Prácticas Módulo 5 "Las relaciones entre Naturaleza y Sociedad"

Sitio: OCW - Universidad de Cantabria
Curso: Teoría y Métodos de la Geografía. Evolución del Pensamiento Geográfico (2008)
Libro: Prácticas Módulo 5 "Las relaciones entre Naturaleza y Sociedad"
Imprimido por: Invitado
Día: sábado, 21 de diciembre de 2024, 17:44

  

1. Lectura y análisis de fragmentos significativos y representativos de W. M. Davis.

Reconocer, distinguir y analizar:

- Los rasgos del método propuesto por su autor y las diferencias respecto al método científico positivista.

- Las leyes enunciadas.

- Los componentes de la teoría del ciclo geográfico: variables, modelos y leyes.

Materiales.

Archivo: William Morris DAVIS El ciclo geográfico

 

2. Lectura y análisis de fragmentos significativos y representativos de Ferdinand von Richthofen.

Analizar el lugar que ocupa el estudio de la especie humana en la geografía de F. von Richthofen y comparar esta concepción con la dominante en la escuela norteamericana de geografía física, al diferenciar ésta entre fisiografía y ontografía.

Materiales.

Archivo: RICHTHOFEN

 

3. Lectura y análisis de fragmentos significativos y representativos de Le Play, Ratzel y Reclus.

Tomando como base los textos que se refieren en los materiales, se indicarán los autores que han intentado ofrecer una explicación de base natural de la sociedad humana, señalando los matices conceptuales que diferencian a unos de otros.

Materiales.

Archivo: LE PLAY

Archivo: RATZEL

Archivo: RECLUS

 

WILLIAM MORRIS DAVIS, EL CICLO GEOGRÁFICO

 

La clasificación genética de las formas de relieve

 

Todas las variadas formas del terreno dependen –o, como se diría en lenguaje matemático, son función de- tres variables, que se pueden denominar estructura, proceso y tiempo. Inicialmente, cuando las fuerzas de deformación y levantamiento acaban de determinar la constitución y disposición de una región, la forma de su superficie traduce directamente su organización interna y su altura está en relación directa con la intensidad del levantamiento que ha sufrido. Si sus rocas fuesen capaces de soportar sin variar el ataque de los procesos externos, su superficie permanecería inalterada hasta que las fuerzas de deformación y levantamiento actuasen otra vez; en estas condiciones la estructura resultaría el único control de la forma. Pero las rocas no son inalterables; hasta las más resistentes ceden ante el ataque de los agentes atmosféricos y se fragmentan en derrubios que son arrastrados por las aguas y se deslizan por las pendientes; por lo tanto, todas las formas, sea cual sea su altura y resistencia, han de acabar por ser arrasadas y, de este modo, el proceso erosivo adquiere un papel equivalente al de la estructura en la determinación de la forma de un volumen de terreno. El proceso, sin embargo, no puede realizar por completo su acción en un instante y, por lo tanto, la importancia de la transformación a partir de la forma inicial es función del tiempo. Así el tiempo completa el trío de controles geográficos y es, entre ellos, uno de los de más frecuente aplicación y más validez práctica en la descripción geográfica.

 

(…)

 

La Geografía “Teórica”

Es evidente que esta propuesta de clasificación geográfica basada en estructura, proceso y tiempo ha de ser deductiva en alto grado. Y reconocemos expresamente que lo es. Como consecuencia de ello, el esquema adquiere un verdadero carácter ‘teórico’ que no es del gusto de algunos geógrafos, cuyas investigaciones parten de la idea de que la Geografía, a diferencia de las otras ciencias, debe desarrollarse sólo mediante el uso de ciertas facultades mentales, en especial las de observación, descripción y generalización. Pero parece claro que la Geografía ya se ha perjudicado demasiado por no utilizar la imaginación, la invención, la deducción y las demás facultades mentales que contribuyen al logro de una explicación rigurosa… sólo de un malentendido puede resultar la idea de que existe una contraposición entre teoría y práctica… Está claro que no se puede alcanzar un desarrollo completo de la Geografía hasta que todas las facultades mentales cuyo cultivo resulte adecuado en algún sentido sean dominadas y ejercitadas en la investigación geográfica.

 

(…)

 

Es importante recalcar que el geógrafo necesita conocer el sentido, el modo de explicación y el origen de las formas que observa, y que para ello es una gran ayuda precisar y describir con todo rigor dichas formas. Sin duda hay que asumir este principio y tenerlo siempre presente, si se quiere evitar el error de confundir los objetos del estudio geográfico con los del geológico. Este último analiza los cambios ocurridos en el pasado en sí mismos, puesto que la Geología trata de la historia de la Tierra, mientras que el primero sólo estudia las transformaciones pasadas en tanto que sirven para dar razón del presente, dado que la Geografía trata esencialmente de lo que ahora existe en la Tierra. La estructura es un elemento importante en el estudio geográfico, porque en la mayoría de los casos influye en la forma; nadie trataría hoy de describir el Weald sin hacer referencia a los lechos de margas resistentes que dan lugar a sus colinas marginales, Una importancia equivalente tiene el proceso, pues en todos los casos ha influido en mayor o menor grado en la determinación de la forma, y siempre se encuentra en actividad. Es verdaderamente curioso encontrar manuales de Geografía en los que se incluyen como partes de su contenido los vientos, los arroyos y los ríos, mientras que la meteorización o los fenómenos de arrastre no son en absoluto tomados en consideración. El tiempo es indudablemente un importante elemento geográfico, porque allí donde las fuerzas de levantamiento y deformación han desencadenado hace poco (a escala geológica) un ciclo de transformación, los procesos destructivos sólo han podido efectuar una reducida acción y el relieve “es joven”; donde ha transcurrido más tiempo, la superficie ha de haber sido más intensamente erosionada y el relieve pasa a ser “maduro”; y donde ha transcurrido un período muy dilatado desde el levantamiento inicial, la superficie habrá sido reducida a una llanura de escaso relieve desarrollada poco por encima del nivel del mar, y la morfología se puede denominar “vieja”. De esta manera se ha de desplegar una serie completa de formas a lo largo de la historia de una región determinada, y todas las formas de dicha serie, aunque a primera vista puedan parecer independientes, pueden ser relacionadas desde el punto de vista temporal en tanto que expresión de diferente s etapas en el desarrollo de una misma estructura.

 

(…)

 

El Ciclo Geográfico Ideal

 

(…)

 

De este breve análisis se desprende que un ciclo geográfico puede subdividirse en varias partes de desigual duración, cada una de las cuales se caracteriza por una energía y un tipo de relieve y por un ritmo de transformación, así como por la cuantía del cambio acumulada desde el comienzo de dicho ciclo. Habrá una breve juventud caracterizada por un rápido aumento de la energía del relieve, una madurez con un vigoroso relieve y una gran variedad de formas, un período de transición, en el que el relieve decrece en poco tiempo aunque con poca intensidad, y una indefinidamente prolongada vejez caracterizada por un suave relieve, en la que los cambios son abrumadoramente lentos. No existe, por supuesto, solución de continuidad entre estas subdivisiones o etapas; cada una se subsume en la que le sigue, aunque cada una está caracterizada básicamente y diferenciada por rasgos que no se dan en las otras.

 

Fuente:

GOMEZ MENDOZA, J. et al. (1982): El pensamiento geográfico. Estudio interpretativo y antología de

textos (de Humboldt a las tendencias radicales). Por J. Gómez Mendoza, J. Muñoz Jiménez y N. Ortega

Cantero. Madrid, Alianza Universidad. pp. 179s

 

RICHTOFEN, 1883

  

1. La Geografía será general en tanto que incluya no una parte de su ámbito, sino la totalidad del contenido de la misma. Ella recibe su material de la Geografía Descriptiva, pero le da un tratamiento metodológico distinto al de ésta, ya que, en primer lugar, descompone dicho contenido en sus elementos y, a renglón seguido, los agrupa según las categorías de hechos y fenómenos, sin tener en cuenta las distintas regiones geográficas. Así, en la Corografía se describen, uno por uno, la totalidad de los sistemas montañosos de la Tierra. La Geografía General, por el contrario, los estudia como un todo, al intentar establecer, basándose en los rasgos comunes, el concepto de “sistema montañoso” como categoría superior bien determinada, y pretender investigar entre la variedad de aspectos de los fenómenos los grupos unidos por una relación de semejanza. Esto conduce de inmediato a la Geografía General; al problema de las causas de esa similitud y de la constatación de aquellas notas características por las cuales dicha semejanza queda condicionada. La investigación corológica descubre el origen de muchos valles en función de la erosión provocada por las aguas corrientes. La Geografía General, en cambio, concibe globalmente todos estos procesos generadores de valles bajo el punto de vista de la erosión, y trata de agrupar en ciertos conjuntos aquellos casos particulares que ofrecen características comunes.

2. … el objeto propio de la Geografía científica, es decir, el conocimiento del amplio campo de las interacciones causales. Si se consigue investigar la continua repetición de acciones del mismo tipo bajo idénticas condiciones dadas, nos elevamos al conocimiento de unos principios generales, y éstos nos pueden conducir, más allá, al descubrimiento de leyes, o a la simple intuición de tales leyes.

Entre las interacciones a las que cabe asignar un carácter universal sobre toda la Tierra se encuentra, por ejemplo, la dependencia de la circulación atmosférica respecto del calentamiento solar, que varía según las diversas regiones y lugares de la superficie terrestre; la conexión de las corrientes marinas con los vientos dominantes; la presencia de fiordos y de cierto tipo de cuencas lacustres en áreas que experimentaron una anterior glaciación….

3. Geografía General… hay que distinguir tres partes principales: 1ª la Geografía Física General… 2ª la Geografía Biológica General… 3ª la Antropogeografía General, que trata del hombre en sus relaciones con los objetos de las dos anteriores.

En tanto que el hombre es un ser vivo y constituye, como tal, un objeto de investigación en las ciencias Naturales, podría uno sentirse inclinado a considerar sus relaciones con la superficie terrestre dentro también de la Geografía Biológica.

En efecto, su distribución, según las distintas razas y otros rasgos diferenciales, constituía una parte de la antigua “Geografía Física”. (…) La planta se defiende de las influencias climáticas y otros enemigos por medio de adaptaciones morfológicas que son patrimonio de la especie, y a las cuales el individuo no puede renunciar. En el animal aparecen además los impulsos del instinto, gracias a los cuales el individuo consigue protegerse de un modo artificial por su propia acción, sea mediante la construcción de nidos, excavando madrigueras en la tierra, o por un cambio periódico de vivienda. Pero no existe un animal que pueda sustraerse, según su antojo, a tales impulsos. También en el animal estos impulsos corresponden a la especie, al género o a la familia, y se heredan por todos los descendientes. Algo bien distinto sucede con el hombre. La Naturaleza le ha dotado, aunque en muy pequeña medida, de capacidad para adaptarse en el aspecto fisiológico a los diversos climas. Consciente de lo que hace, cada individuo consigue medios de protección, que necesita en las diversas circunstancias que le rodean, y cuyo uso trueca a voluntad. Al ir disponiendo el hombre de morada y vestido, de acuerdo con sus necesidades, puede adaptar su existencia a las variables circunstancias exteriores, Consigue armas para luchar contra los obstáculos que opone en su entorno el reino vegetal, así como frente a los enemigos del reino animal. En la pugna que los seres humanos sostienen entre sí por el terruño, no siempre sucede como en el caso de los animales, donde vence el que posee mayor fortaleza física, sino que, con frecuencia, es el más inteligente quien consigue los medios más adecuados y resulta capaz de aprovecharlos del mejor modo posible.

Tanto las plantas como los animales, sólo pueden disponer de los medios que les vienen dados para cambiar de “habitat”. Por el contrario, el hombre se procura instrumentos, y entre los obstáculos que ofrece la superficie de la Tierra son muy pocos los que le restan por superar, en su progresivo avance. Asimismo, el hombre no es equiparable a aquellos seres vivos que se ven forzados a remitirse al alimento y al vestido que la naturaleza les proporciona espontáneamente, sino que transforma, hasta un cierto grado, los productos naturales que le son necesarios para sobrevivir.

 

RICHTHOFEN, F. von: "Tareas y métodos de la Geografía actual: el método de la geografía General". Didáctica Geográfica, 1978, nº 3, pp. 49-62

 

FREDERIC LE PLAY

1. La observación directa de los hechos es la única que, en materia científica, puede conducir a conclusiones rigurosas y aceptables. Este principio, admitido ya en las ciencias físicas, sigue siendo desconocido para la ciencia social: la mayor parte de los que la cultivan se inspiran en ideas preconcebidas que no pueden servir de base a una acción regular... La ciencia social ha permanecido en la situación en la que se encontraban las ciencias físicas cuando se fundaban sobre las concepciones de la astrología y de la alquimia: no se constituirá definitivamente más que cuando se funde en la observación.

2. He aplicado a la observación de las sociedades humanas unas reglas análogas a las que habían orientado mi espíritu hacia el estudio de los minerales y de las plantas.

3. Todos los actos que constituyen la existencia de una familia... pueden ser reconducidos, de manera más o menos inmediata, hasta un ingreso o un gasto; de tal modo que resulta lógico que el ingreso de una familia, evaluado en dinero, sea rigurosamente igual al valor reunido del gasto y del ahorro. De ellos se deduce que un observador sólo poseerá el conocimiento completo de una familia cuando, trashaber analizado todos los elementos comprendidos en las dos partes del presupuesto doméstico, alcance una correspondencia exacta entre los dos totales.

 

Índice de una monografía:

"Familia campesina de Revilla de Camargo (Santander), 1840-1847".

Observaciones preliminares que definen la condición de los diversos miembros de la familia.

- Descripción de lugar, de la organización industrial y de la familia.

1. Descripción del suelo, de la industria y de la población.

2. Situación civil de la familia.

3. Religión y hábitos morales.

4. Higiene y servicio de salud.

5. Rango de la familia.

- Medios de vida de la familia.

6. Propiedad (no comprendidos mobiliario ni ropas).

7. Subvenciones.

8. Trabajos y actividades.

Modos de vida de la familia.

9. Alimentos y comidas.

10. Vivienda, mobiliario y ropas.

11. Diversiones.

- Historia de la familia.

12. Principales fases de la existencia.

13. Costumbres e instituciones que aseguran el bienestar físico y moral de la familia.

Presupuestos.

14. Presupuesto anual de ingresos.

15. Presupuesto anual de gastos.

16. Cuentas anexas a los presupuestos.

Elementos diversos de la constitución social.

- Hechos importantes de organización social; particularidades notables; apreciaciones generales; conclusiones.

17. Resumen de los elementos de estabilidad que se conservan en España en 1855.

18. Caracteres distintivos de las poblaciones obreras de España.

19. Sentimientos de igualdad que unen a las clases extremas de la sociedad en España.

20. Régimen de emigración periódica de las poblaciones de la España septentrional.

21. Las características generales de la propiedad y la abundancia de las producciones espontáneas.

22. Valor relativo de la propiedad comunal y del patronazgo individual en tanto que medios de protección para los obreros.

 

Fuente:

F. Le Play, Campesinos y Pescadores del norte de España: tres monografías de familias trabajadoras a mediados del siglo XIX. Edición, introd. y notas a cargo de J. Sierra Álvarez. Madrid, MAPA.

 

FRIEDERICH RATZEL

 

1. La concepción de la Tierra que considera el elemento sólido, líquido y aéreo, al igual que toda forma de vida que de ellos emane y en ellos florezca, como un todo inseparable, unido con la historia y por acciones recíprocas ininterrumpidas, yo la llamo una concepción orgánica de la Tierra y la contrapongo a la que separa estas partes del globo terrestre, como si se encontraran accidentalmente reunidas y cree poder comprender la una sin las otras. Quizá sería menos dudosa la expresión concepción hologeica pero no soy propenso a introducir neologismos.

2. Hay condiciones de vida generales que valen igualmente para los hombres, para los animales y para las plantas de todas las razas y de todas las especies; y toda vida sobre la Tierra, sea cual sea la clase a la que pertenezca, ha sufrido comunes destinos en el largo camino de la historia de la Tierra.

3. Pero antes de dedicar un minuto más a examen de estos diversos tipos de influencia debemos hacernos una clara idea del hecho de que un pueblo no está expuesto a la influencia del clima de igual manera en todos los grados de su desarrollo.

Sucede en un pueblo lo mismo que ocurre en un hombre individual, en el cual la fuerza de resistencia aumenta con su desarrollo y disminuye nuevamente con la edad. El trabajo y la permanencia en una nueva tierra confiere, especialmente en los trópicos, una mayor defensa frente a las influencias climáticas. Con el progreso de la civilización crece la defensa contra estos influjos, y por eso ocurre que el clima de un país constituye para el pueblo que lo habita el punto en el que vienen a reunirse todos los problemas de su porvenir hasta que no ha alcanzado la madurez.

4. Las plantas han influido sobre las plantas, los animales sobre los animales, y ambos entre sí recíprocamente, pero ningún otro ser ha actuado en tal medida y tan constantemente y sobre tantos otros seres como el hombre, el cual por ello ha transformado profundamente la faz viviente de la Tierra.

5. Hemos visto cómo la geografía merced al común trabajo en su propio campo y en los vecinos ha crecido hasta llegar a ser una verdadera ciencia, que explota la superficie terrestre la describe y la representa. Se vale de los mismos métodos que las ciencias naturales, pero no puede beneficiarse de la experimentación más que en una débil medida. A esta deficiencia la geografía encuentra compensación valiéndose ampliamente de las comparaciones. El mapa constituye para esta ciencia un instrumento esencial de investigación. Como la superficie terrestre no se puede concebir sin el hombre y la obra del hombre, la geografía se separa de todas las otras ciencias afines por la amplitud de la materia considerada y por las diferencias íntimas de los argumentos por ella utilizados. Pero lo que tiene la virtud de mantener la unidad, en su organismo verdadero y singular de geografía, es la tarea de conocer los fenómenos de la superficie terrestre en todas sus relaciones recíprocas y el método de descripción exacta y de amplia comparación mediante la palabra, el mapa y la imagen.

6. Donde en una parte de la Tierra se encuentran limítrofes un pueblo más dotado y uno menos dotado, el primero se ha apropiado siempre el suelo mejor, es decir, aquel más adaptado a los fines de la civilización superior. En América del Norte los indios han sido, de hecho, expulsados completamente de todos los territorios fértiles.

La civilización superior se siente decididamente atraída hacia el suelo de un valor más elevado, y como confiere a sus representaciones los medios de adquirir y disfrutar este suelo tanto económica como políticamente, vemos aquí reunirse dos fuentes de fuerza y formar un río al cual la civilización inferior no puede oponer ninguna barrera. Si un pueblo llegó como resultado de su desarrollo histórico a un país en situación geográfica menos propicia, demostrará sus aptitudes a superiores destinos mejorando ante todo su situación geográfica: se libera de las escisiones internas suprimiendo sus causas, mejora las fronteras exteriores, aumenta su superficie mediante conquistas en los países vecinos y adquiere colonias lejanas.

7. De esta forma, se considere al hombre aisladamente o en grupo (familia, tribu o Estado), por doquier donde se le observe se encuentra algún pedazo de tierra relacionado tanto con su persona como en el grupo del que forma parte. En lo que se refiere al Estado, la geografía política está desde hace tiempo habituada a tener en cuenta, junto al tamaño de la población, el tamaño del territorio. Incluso los grupos, como la tribu, la familia, la comuna, que no constituyen unidades políticas autónomas, sólo son posibles sobre su territorio, y su desarrollo no puede ser comprendido más que con relación a ese territorio; al igual que los progresos del Estado son ininteligibles si no se les relaciona con los progresos del espacio político. En todos estos casos, estamos en presencia de organismos que entran en relación más o menos duradera con la tierra, relación en el curso de la cual se intercambian entre ellos y la tierra todo tipo de acciones y de reacciones. !Y esto, en el supuesto de que, en un pueblo en crecimiento, la importancia del suelo no sea tan evidente como la que se observa en el momento de la decadencia o de la disolución!. En este caso, no se puede entender lo que ocurre si no se considera el territorio. Un pueblo retrocede mientras pierde terreno.

Puede tener menos ciudadanos, y mantener sin embargo sólidamente el territorio en el que están sus recursos de vida. Pero cuando su territorio disminuye es, en general, el principio del fin.

8. La sociedad es el intermediario a través del cual el estado se une al territorio. De ahí que las relaciones de la sociedad con el territorio afecten a la naturaleza del Estado, sea cual sea la fase del desarrollo en la que se le considere. Cuando la actividad económica se ha desarrollado poco, al mismo tiempo que el territorio es extenso y, en consecuencia, fácilmente enajenable, se produce una falta de consistencia y de estabilidad en la constitución del Estado. (...). Si, a través de la práctica de la agricultura, la sociedad se une más estrechamente al terreno, entonces imprime al Estado todo un conjunto de caracteres que dependen de la manera en que las tierras estén distribuidas entre las familias. En primer lugar, el Estado está más sólidamente establecido sobre un territorio muy poblado, por lo que puede disponer de más fuerzas humanas para su defensa y una mayor variedad de recursos de todo tipo que si la población fuera escasa. Motivo por el que no se debe medir la fuerza de un Estado tan sólo por la extensión de su territorio; se mide mejor en la relación que la sociedad mantiene con su territorio. Pero hay más; esta misma relación actúa también sobre la constitución interior del Estado. Cuando el suelo está distribuido igualitariamente, la sociedad es homogénea y se inclina hacia la democracia; por el contrario, una distribución desigual constituye un obstáculo a toda organización social que quisiera conceder preponderancia política a los no propietarios y que fuera, por consiguiente, contraria a todo tipo de oligocracia. Esta alcanza su máximo de desarrollo en las sociedades que se fundan sobre una población de esclavos sin propiedad y casi sin derechos.

Fuente: Fragmentos extraídos de las obras de H. Capel, 1981, p. 278-293, y J. Gómez Mendoza et al., 1982.

 

JEAN JACQUES ELISÉE RECLUS, EL HOMBRE Y LA TIERRA, 1905-1908

 

Prefacio

Hace algunos años, después de haber escrito las últimas líneas de una larga obra, La Nouvelle Géographie Universelle, expresaba el deseo de poder estudiar un día al Hombre en la sucesión de las edades, de la misma forma que lo había observado en las distintas regiones del globo, y establecer las conclusiones sociológicas a las que había llegado. Trazaba el plan de un nuevo libro en el que se expondrían las condiciones del terreno, del clima, de todo el ambiente en el que se han producido los acontecimientos de la historia, en el que se mostraría el acuerdo de los Hombres y de la Tierra, en el que se explicarían las actuaciones de los pueblos, de causa a efecto, por su armonía con la evolución del planeta. Este libro es el que presento ahora al lector.

Desde luego, sabía por adelantado que ninguna investigación me haría descubrir esa ley de un progreso humano cuyo atractivo espejismo se agita continuamente en nuestro horizonte, y que nos huye y se disipa para volverse a rehacer. Aparecidos como un punto en el infinito del espacio, sin saber nada de nuestros orígenes ni de nuestros destinos, ignorando incluso si pertenecemos a una especie animal única o si varias humanidades han nacido sucesivamente para apagarse y resurgir de nuevo, no podríamos formular reglas de la evolución hacia lo desconocido, remover la niebla con la esperanza de darle una forma precisa y definitiva. No, pero podemos al menos reconocer, en esa avenida de los siglos que los arqueólogos prolongan constantemente en lo que fue la noche del pasado, el lazo íntimo que une la sucesión de los hechos humanos a la acción de las fuerzas telúricas: nos está permitiendo seguir en el tiempo cada período de la vida de los pueblos que corresponde al cambio de los medios, observar la acción combinada de la Naturaleza y del propio Hombre, reaccionando sobre la Tierra que lo ha formado.

La emoción que se siente al contemplar todos los paisajes del planeta en su variedad sin fin y en la armonía que les da la acción de las fuerzas étnicas siempre en movimiento, esa misma dulzura de las cosas, se siente al ver la procesión de los hombres bajo sus vestimentas de fortuna o de infortunio, pero todos igualmente en estado de vibración armónica con la Tierra que los lleva y los alimenta, el cielo que los ilumina y los asocia a las energías del cosmos. Y, de igual forma que la superficie de las regiones nos ofrece continuamente parajes cuya belleza admiramos con toda la fuerza del ser, el desarrollo histórico nos muestra en la sucesión de los acontecimientos escenas sorprendentes de grandeza cuyo estudio y cuyo conocimiento nos ennoblecen. La geografía histórica concentra en dramas incomparables, en realizaciones espléndidas, todo lo que la imaginación puede evocar.

En nuestra época de crisis aguda, en la que la sociedad se encuentra tan profundamente quebrantada, en la que el remolino de la evolución se hace tan rápido que el hombre, presa del vértigo, busca un nuevo punto de apoyo para la dirección de su vida, el estudio de la historia es de un interés tanto más precioso cuanto que su dominio incesantemente acrecentado ofrece una serie de ejemplos más ricos y más variados. La sucesión de las edades se convierte para nosotros en una escuela cuyas enseñanzas se clasifican ante nuestro espíritu e incluso acaban por agruparse en leyes fundamentales.

La primera categoría de acontecimientos que constata el historiador nos muestra cómo, por efecto de un desarrollo desigual en los individuos y en las sociedades, todas las colectividades humanas, exceptuando las tribus que han permanecido en el naturismo primitivo, se desdoblan, por decirlo así, en clases o en castas no sólo diferentes, sino opuestas en intereses y en tendencias. Incluso francamente enemigas en todos los períodos de crisis. Tal es, bajo mil formas, el conjunto de los hechos que se observan en todas las regiones del universo, con la infinita diversidad que determinan los parajes, los climas y el enredo cada vez más entremezclado de los acontecimientos.

El segundo hecho colectivo, consecuencia necesaria del desdoblamiento de los cuerpos sociales, es que el equilibrio roto de individuo a individuo, de clase a clase, oscila constantemente alrededor de su eje de reposo: la violación de la justicia grita siempre venganza. De ahí, incesantes oscilaciones. Los que mandan intentan seguir siendo los amos, mientras que los sojuzgados se esfuerzan por reconquistar la libertad, y arrastrados por la energía de su impuso, intentan reconstituir el poder en su provecho. Así, las guerras civiles, complicadas con guerras extranjeras, aplastamientos y destrucciones, se suceden en un continuo enmarañamiento que termina de diferente manera según el empuje respectivo de los elementos en lucha. O bien los oprimidos se someten, habiendo agotado su fuerza de resistencia: mueren lentamente y se extinguen, al no tener ya la iniciativa que constituye la vida; o bien es la reivindicación de los hombres libres la que vence y, en el caos de los acontecimientos, se pueden discernir auténticas revoluciones, es decir, cambios de régimen político, económico y social, debidos a la comprensión más clara de las condiciones del medio y a la energía de las iniciativas individuales.

Un tercer grupo de hechos, que va unido al estudio del hombre en todas las edades y todos los países, nos atestigua que ninguna evolución en la existencia de los pueblos puede ser creada si no es por el esfuerzo individual. Es en la persona humana, elemento primario de la sociedad, donde hay que buscar el choque impulsivo del medio, destinado a traducirse en acciones voluntarias para extender las ideas y participar en las obras que modificarán el aspecto de las naciones. El equilibrio de las sociedades no es inestable más que por la traba impuesta a los individuos en su franca expansión. La sociedad libre se establece por la libertad dada en su desarrollo completo a cada persona humana, primera célula fundamental que se agrega después y se asocia como le place a las demás células de la cambiante humanidad. En proporción directa a esa libertad y a ese desarrollo inicial del individuo ganan las sociedades en valor y en nobleza: del hombre nace la voluntad creadora que construye y reconstruye el mundo.

La “lucha de clases”, la búsqueda del equilibrio y la decisión soberana del individuo son los tres órdenes de hechos que nos revela el estudio de la geografía social y que, en el caos de las cosas, se muestran suficientemente constantes para que se les pueda dar el nombre de “leyes”. Ya es mucho conocerlas y poder dirigir de acuerdo con ellas la propia conducta y la propia parte de acción en la gerencia común de la sociedad, en armonía con las influencias del medio, conocidas y escrutadas desde entonces. Es la observación de la Tierra la que nos explica los acontecimientos de la Historia y ésta nos lleva a su vez hacia un estudio más profundo del planeta, hacia una solidaridad más consciente de nuestro individuo, a la vez tan pequeño y tan grande, con el inmenso universo.

 

Distribución de los hombres

Si la Tierra fuese completamente uniforme en su relieve, en la calidad del terreno y

 as condiciones del clima, las ciudades ocuparían una posición que podemos denominar geométrica: la atracción mutua, el instinto de sociedad, la facilidad de los intercambios las habrían hecho nacer a distancias iguales entre sí. Suponiendo una región llana, sin obstáculos naturales, sin ríos, sin puerto, situada de una manera particularmente favorable, y no dividida en Estados políticos distintos, la mayor ciudad se habría levantado directamente en el centro del país: las ciudades secundarias se habrían repartido en intervalos iguales en el contorno, espaciadas rítmicamente, y cada una de ellas habría tenido su sistema planetario de ciudades inferiores, con su cortejo de pueblos. La distancia normal de un día de marcha debería ser, sobre una llanura uniforme, el intervalo entre las distintas aglomeraciones urbanas: el número de leguas recorridas por un caminante corriente entre el alba y el crepúsculo, es decir, doce o quince, correspondiendo a las horas del día, constituye la etapa regular de una ciudad a otra. La domesticación de los animales, posteriormente la invención de la rueda, y más tarde las máquinas, han modificado, gradual o bruscamente, las medidas primitivas: el paso de la montura y después la vuelta del eje determinaron la distancia normal entre las grandes reuniones de hombres. En cuanto a los pueblos, su distancia media tiene el recorrido que puede hacer el agricultor empujando su carretilla cargada de heno o de espigas.

El agua para el ganado, el transporte fácil de los frutos de la tierra es lo que regula el emplazamiento del establo, del granero y de la choza.

En numerosas regiones pobladas desde hace mucho tiempo y que muestran todavía en la distribución urbana de sus habitantes las distancias primitivas, se encuentra, en el desorden aparente de las ciudades, un orden de distribución que fue, evidentemente, regulado antaño por el paso de los caminantes…

 

Fuente:

GOMEZ MENDOZA, J. et al. (1982): El pensamiento geográfico. Estudio interpretativo y antología de

textos (de Humboldt a las tendencias radicales). Por J. Gómez Mendoza, J. Muñoz Jiménez y N. Ortega

Cantero. Madrid, Alianza Universidad.