Prácticas Módulo 5 "Las relaciones entre Naturaleza y Sociedad"
WILLIAM MORRIS DAVIS, EL CICLO GEOGRÁFICO
La clasificación genética de las formas de relieve
Todas las variadas formas del terreno dependen –o, como se diría en lenguaje matemático, son función de- tres variables, que se pueden denominar estructura, proceso y tiempo. Inicialmente, cuando las fuerzas de deformación y levantamiento acaban de determinar la constitución y disposición de una región, la forma de su superficie traduce directamente su organización interna y su altura está en relación directa con la intensidad del levantamiento que ha sufrido. Si sus rocas fuesen capaces de soportar sin variar el ataque de los procesos externos, su superficie permanecería inalterada hasta que las fuerzas de deformación y levantamiento actuasen otra vez; en estas condiciones la estructura resultaría el único control de la forma. Pero las rocas no son inalterables; hasta las más resistentes ceden ante el ataque de los agentes atmosféricos y se fragmentan en derrubios que son arrastrados por las aguas y se deslizan por las pendientes; por lo tanto, todas las formas, sea cual sea su altura y resistencia, han de acabar por ser arrasadas y, de este modo, el proceso erosivo adquiere un papel equivalente al de la estructura en la determinación de la forma de un volumen de terreno. El proceso, sin embargo, no puede realizar por completo su acción en un instante y, por lo tanto, la importancia de la transformación a partir de la forma inicial es función del tiempo. Así el tiempo completa el trío de controles geográficos y es, entre ellos, uno de los de más frecuente aplicación y más validez práctica en la descripción geográfica.
(…)
La Geografía “Teórica”
Es evidente que esta propuesta de clasificación geográfica basada en estructura, proceso y tiempo ha de ser deductiva en alto grado. Y reconocemos expresamente que lo es. Como consecuencia de ello, el esquema adquiere un verdadero carácter ‘teórico’ que no es del gusto de algunos geógrafos, cuyas investigaciones parten de la idea de que la Geografía, a diferencia de las otras ciencias, debe desarrollarse sólo mediante el uso de ciertas facultades mentales, en especial las de observación, descripción y generalización. Pero parece claro que la Geografía ya se ha perjudicado demasiado por no utilizar la imaginación, la invención, la deducción y las demás facultades mentales que contribuyen al logro de una explicación rigurosa… sólo de un malentendido puede resultar la idea de que existe una contraposición entre teoría y práctica… Está claro que no se puede alcanzar un desarrollo completo de la Geografía hasta que todas las facultades mentales cuyo cultivo resulte adecuado en algún sentido sean dominadas y ejercitadas en la investigación geográfica.
(…)
Es importante recalcar que el geógrafo necesita conocer el sentido, el modo de explicación y el origen de las formas que observa, y que para ello es una gran ayuda precisar y describir con todo rigor dichas formas. Sin duda hay que asumir este principio y tenerlo siempre presente, si se quiere evitar el error de confundir los objetos del estudio geográfico con los del geológico. Este último analiza los cambios ocurridos en el pasado en sí mismos, puesto que la Geología trata de la historia de la Tierra, mientras que el primero sólo estudia las transformaciones pasadas en tanto que sirven para dar razón del presente, dado que la Geografía trata esencialmente de lo que ahora existe en la Tierra. La estructura es un elemento importante en el estudio geográfico, porque en la mayoría de los casos influye en la forma; nadie trataría hoy de describir el Weald sin hacer referencia a los lechos de margas resistentes que dan lugar a sus colinas marginales, Una importancia equivalente tiene el proceso, pues en todos los casos ha influido en mayor o menor grado en la determinación de la forma, y siempre se encuentra en actividad. Es verdaderamente curioso encontrar manuales de Geografía en los que se incluyen como partes de su contenido los vientos, los arroyos y los ríos, mientras que la meteorización o los fenómenos de arrastre no son en absoluto tomados en consideración. El tiempo es indudablemente un importante elemento geográfico, porque allí donde las fuerzas de levantamiento y deformación han desencadenado hace poco (a escala geológica) un ciclo de transformación, los procesos destructivos sólo han podido efectuar una reducida acción y el relieve “es joven”; donde ha transcurrido más tiempo, la superficie ha de haber sido más intensamente erosionada y el relieve pasa a ser “maduro”; y donde ha transcurrido un período muy dilatado desde el levantamiento inicial, la superficie habrá sido reducida a una llanura de escaso relieve desarrollada poco por encima del nivel del mar, y la morfología se puede denominar “vieja”. De esta manera se ha de desplegar una serie completa de formas a lo largo de la historia de una región determinada, y todas las formas de dicha serie, aunque a primera vista puedan parecer independientes, pueden ser relacionadas desde el punto de vista temporal en tanto que expresión de diferente s etapas en el desarrollo de una misma estructura.
(…)
El Ciclo Geográfico Ideal
(…)
De este breve análisis se desprende que un ciclo geográfico puede subdividirse en varias partes de desigual duración, cada una de las cuales se caracteriza por una energía y un tipo de relieve y por un ritmo de transformación, así como por la cuantía del cambio acumulada desde el comienzo de dicho ciclo. Habrá una breve juventud caracterizada por un rápido aumento de la energía del relieve, una madurez con un vigoroso relieve y una gran variedad de formas, un período de transición, en el que el relieve decrece en poco tiempo aunque con poca intensidad, y una indefinidamente prolongada vejez caracterizada por un suave relieve, en la que los cambios son abrumadoramente lentos. No existe, por supuesto, solución de continuidad entre estas subdivisiones o etapas; cada una se subsume en la que le sigue, aunque cada una está caracterizada básicamente y diferenciada por rasgos que no se dan en las otras.
Fuente:
GOMEZ MENDOZA, J. et al. (1982): El pensamiento geográfico. Estudio interpretativo y antología de
textos (de Humboldt a las tendencias radicales). Por J. Gómez Mendoza, J. Muñoz Jiménez y N. Ortega
Cantero. Madrid, Alianza Universidad. pp. 179s