merzouga 

 

Los conceptos de aridez y de desierto son complicados de definir y aunque existe un relativo consenso sobre su significado biogeográfico, no lo hay sobre sus límites precisos ni, en consecuencia, sobre su extensión. Ello justifica las grandes diferencias que se observan entre unas representaciones cartográficas y otras y que algunas regiones de la tierra sean incluidas entre los desiertos por algunos autores pero no lo sean por otros.

Parte del problema se debe a que la palabra “desierto” no designaba en su origen más que un lugar despoblado (sin ninguna clase de connotación biogeográfica: una “isla desierta”) y que ambos significados, el de “lugar despoblado” y el de “lugar sin vegetación a causa de la aridez” se siguen solapando con frecuencia.

Por otra parte, desde el punto de vista biogeográfico, el desierto se define como un lugar en el que “el agua escasea”...

...donde hay un “déficit hídrico” que no permite una vegetación “normal” 

...donde la falta de agua requiere que los seres vivos “estén adaptados”...

...u otras definiciones parecidas e igualmente imprecisas: ¿a qué llamamos “escasez de agua”? o, incluso, “escasez” ¿para quién? (puesto que las demandas varían enormemente entre unas especies y otras.

Por fin, para mucha gente el término desierto evoca la idea de grandes extensiones arenosas expuestas a un calor extremo, imagen reduccionista popularizada por el cine y los medios de comunicación que, existiendo en la realidad, no representa más que uno de los múltiples aspectos que puede tener el desierto.

A efectos biogeográficos podemos considerar como desiertos los entornos de aquellas regiones donde la ETP (evapotranspiración potencial) es muy superior a las precipitaciones y donde, además, estas son extremadamente irregulares. 

Ambos hechos, escasez e irregularidad de las precipitaciones, impiden la existencia de una cubierta vegetal continua y las plantas crecen dispersas en el terreno. En las áreas con condiciones más extremas la vegetación puede incluso llegar a desaparecer casi totalmente. 

 

mapa-desierto 

Extensión de los desiertos tropicales y de latitudes medias (no se incluyen los de las regiones frías que son analizados en otros capítulos). Las regiones hiperáridas aparecen en tono más oscuro. 

FUENTE: Reelaboración a partir de Porse (2008). The main biomes of the world, en

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/7b/Vegetation-no-legend.PNG.

 

 

En la práctica, y hasta la popularización de las imágenes obtenidas mediante satélite, ha sido frecuente utilizar umbrales de precipitación más o menos arbitrarios (como la isohieta de 200 mm) para delimitar la extensión de los desiertos. 

La aridez puede deberse a diversas causas y eso permite que los desiertos existan en todas las regiones de la tierra, desde las de latitudes altas hasta las tropicales recubriendo entre el 20 y el 30% de la superficie de los continentes (dependiendo del criterio que utilicemos para su delimitación).

Además, hay que tener en cuenta que las regiones áridas y semiáridas que rodean a los desiertos son muy frágiles y que las actividades humanas pueden destruir fácilmente su vegetación. Cuando esto ocurre, la erosión empobrece rápidamente el suelo y se inicia un proceso de “desertificación” que acaba transformando en desierto una zona que previamente no lo era. Millones de km2 de desiertos o “semidesiertos” distribuidos por todos los continentes son consecuencia de ese tipo de procesos que, a escala humana, pueden considerarse como irrreversibles.

 

Rissani 

La vegetación de las regiones situadas en las márgenes de los desiertos soporta condiciones límite y resulta muy vulnerable frente a las enfermedades, adversidades climáticas o excesiva presión humana. Su destrucción suele conllevar la rápida degradación de los suelos y de la hidrología y puede favorecer un avance del desierto irreversible a escala humana. 

Foto: muerte de las palmeras y aparición de procesos erosivos en el histórico palmeral de Rissani (Marruecos).

 

 

El clima de los desiertos

Los desiertos son ambientes azonales ya que existen en todas las latitudes. En relación con ello, presentan una gran diversidad climática aunque todos tienen en común la aridez. 

En las regiones desérticas tropicales y subtropicales los veranos son extremadamente calurosos (el “record” mundial de temperatura, 59ºC, se ha registrado en el Sahara, al Sur de Libia) mientras que los inviernos son frescos y conocen heladas. 

Sin embargo, conforme aumentan la latitud y la continentalidad, se incrementa también la amplitud térmica de forma que en los desiertos de latitudes medias los veranos siguen siendo calurosos pero los inviernos pueden ser muy fríos. En estos lugares, las bajas temperaturas constituyen un segundo factor de estrés biológico que se suma a la aridez.  

En todos estos desiertos la amplitud diurna es muy grande (generalmente superior a 20ºC) ya que la atmósfera, extremadamente seca, es incapaz de retener la irradiación terrestre y se enfría muy deprisa en cuanto se pone el sol. Al atardecer, la caída de las temperaturas es muy rápida. 

Las lluvias son siempre muy escasas y ello puede deberse a distintas razones:

  • Presencia permanente de anticiclones en las regiones tropicales e intertropicales (Sahara, desierto arábigo, Kalahari...).
  • Localización a sotavento de grandes cordilleras o en depresiones profundas en las que el aire es forzosamente subsidente (Mohave, Judea-Mar Muerto, Tibet, Patagonia...).
  • Continentalidad extrema y distancia a las fuentes de humedad (Gobi, Asia Central...).
  • Altitud superior a la de las nubes capaces de aportar precipitación (altiplanos andinos).

 

Egipto,-516,-Nubia,-espejismo 

La aridez varía mucho entre unos desiertos y otros y condiciona tanto la biodiversidad como la biomasa total. En algunas regiones hiperáridas la falta casi absoluta de agua impide la existencia de una verdadera cubierta vegetal. 

Foto: espejismo en el desierto de Nubia (Egipto).

 

Dependiendo de la localización las precipitaciones presentan distribuciones distintas en cada región (son estivales en las regiones tropicales e invernales en las subtropicales aunque en buen número de sitios carecen de una estacionalidad clara). Sin embargo, se producen de manera extremadamente irregular tanto en lo relativo a su distribución como en lo que atañe a su volumen existiendo años en los que no se registra ni una sola lluvia. Al ser muy escasas, la elevada evaporación favorecida por la sequedad atmosférica y las altas temperaturas genera una situación de déficit hídrico permanente. 

En cuanto a los desiertos costeros, característicos de las fachadas occidentales de los continentes en latitudes tropicales, son muy diferentes de los anteriores ya que en ellos la atmósfera permanece siempre húmeda y son frecuentes las nieblas. Esta humedad modera las temperaturas y proporciona algo de agua en forma de rocío aunque las precipitaciones pueden llegar a ser prácticamente nulas: el lugar menos lluvioso de la tierra se encuentra probablemente en el desierto de Atacama, al Norte de Chile, y pertenece a este tipo de entorno. 

 

 climogramas

Aunque todos tienen en común la aridez, los climas de los desiertos son muy variados lo que contribuye a su diversidad. De izquierda a derecha, climodiagramas de Asswan (Egipto), Nukus (Uzbekistán) e Iquique (Chile) representativos de los desiertos tropicales, continentales y costeros respectivamente.

FUENTE: elaboración propia a partir de datos de dominio público proporcionados por la OMM.

 

Por supuesto, la aridez puede ser más o menos extrema y, superado determinado umbral (distinto en cada región), la vida prácticamente desaparece. En tal caso se habla de “regiones hiperáridas”. 

A la inversa, a medida que las condiciones se suavizan la vegetación va siendo más abundante y el desierto da paso progresivamente a entornos “semidesérticos” o  esteparios. Si el relieve no interviene creando fronteras netas, estas transiciones suelen ser muy graduales y se extienden a lo largo de cientos de kilómetros.

 

Los suelos

El sustrato puede resultar adverso a la vegetación y contribuir a exacerbar los efectos de la aridez (o incluso ser la causa de la aparición de ambientes desérticos en regiones semiáridas). 

El caso más habitual es el de las zonas donde afloran yesos u otras sales que incrementan exageradamente la presión osmótica dificultando la absorción de agua por las raíces y son tóxicos para la mayor parte de las plantas. 

La particular hidrología de los desiertos, con un balance hídrico desfavorable y extensas áreas endorreicas, favorece la acumulación de sales o la formación de costras de carbonato cálcico sobre la superficie lo que, a su vez, incrementa el efecto de la aridez dando lugar a un fenómeno de retroalimentación.

 

costra-de-caliche,-Limaguess,-Tunez 

Aparición de una costra de carbonato cálcico (“caliche”) en el suelo del desierto. Cuando van adquiriendo espesor, las costras hacen más difícil el paso de las raíces y la presencia de plantas. 

Foto: Limaguess (Túnez).

 

 

Además, la formación de suelos es dificultosa, cuando no imposible. La biomasa es muy escasa (lo que implica que los aportes de materia orgánica sean extremadamente reducidos) y la aridez impide que se produzcan las reacciones químicas necesarias a la edafogénesis por lo que en los desiertos, donde los procesos de tipo bioquímico resultan insignificantes frente a de tipo mecánico, no hay formación de suelos y la roca suele aflorar desnuda (o cubierta por suelos relictos, heredados de épocas más favorables).

En los desiertos tropicales, cuando las circunstancias son favorables, pueden aparecer “suelos rojos desérticos”, cuya coloración evidencia la abundancia de óxidos de hierro deshidratados. Su desarrollo suele ser reducido y contienen escaso humus y nutrientes debido a la escasez de la cobertura vegetal. 

Otro tipo de suelos, dominantes en los desiertos continentales, son los sierozems o suelos grises desérticos. Suelen presentar un mayor desarrollo aunque son también muy pobres como consecuencia de su bajo contenido en humus y de la frecuencia con que se forman costras calizas en ellos. 

 

 

Última modificación: martes, 18 de julio de 2017, 10:41