PR-F-016. Práctica 6.1
1. Tema 6 - Práctica 1
Comentario de texto.
Primeras actuaciones del rey Alejandro
Heredó, pues, a los veinte años de edad el reino, expuesto por todos los lados a grandes envidias, odios terribles y graves peligros. Pues las tribus bárbaras vecinas no soportaban la sumisión, añorantes de sus monarquías tradicionales. En cuanto a Grecia, Filipo la había vencido por las armas, pero no había tenido tiempo como de amansarla y domesticarla; pues, como no había hecho más que variar y alterar el estado de cosas, había dejado el país, no habituado al nuevo régimen, en gran agitación y desorden. Los macedonios tenían miedo de esta situación crítica y pensaban que Alejandro, en cuanto a Grecia, debía renunciar por completo a ella y no recurrir a la violencia y, en cuanto a los bárbaros que se habían sublevado, volvérselos a atraer con blandura y cuidar con tiento los principios de la revolución. Pero Alejandro, partiendo de un razonamiento contrario, se dispuso a adquirir con audacia y energía la seguridad y la salud del reino, convencido de que en cuanto vieran que relajaba su firmeza en cualquier cosa le atacarían todos a la vez. Puso fin a las rebeliones bárbaras y a las guerras de aquella zona, acudiendo rápidamente con el ejército hasta las riberas del Istro, y venció en una gran batalla a Sirmo, rey de Ios tribalos. Informado de que los tebanos habían hecho defección y de que los atenienses los apoyaban, atravesó de inmediato las Termópilas con sus tropas, diciendo que a Demóstenes, que le trataba de niño mientras estaba en el país de los ilirios y tribalos, y de joven cuando estaba en Tesalia, ahora, a las puertas de las murallas de Atenas, quería demostrarle que era un hombre. Llegó ante Tebas y, queriendo darles aún oportunidad de arrepentirse de su actitud, reclamó a Fénix y a Protites y proclamó la amnistía para quienes se pasaran a su bando.
Los tebanos respondieron exigiéndole que les entregara a Filotas y a Antípatro y proclamaron que quienes quisieran cooperar en la liberación de Grecia fueran a unirse a sus filas. Alejandro entonces lanzó a los macedonios a la batalla. Los tebanos lucharon con un valor y una valentía por encima de sus posibilidades, enfrentados a unos enemigos muchas veces más numerosos que ellos. Cuando, además, la guarnición macedonia abandonó la Cadmea y cayó sobre ellos por detrás, la mayor parte quedó rodeada y perdió la vida en el propio campo de batalla y la ciudad fue conquistada, saqueada y asolada hasta los cimientos. Obró así, sobre todo, con la esperanza de que los griegos se mantendrían quietos, espantados e intimidados por tan gran calamidad, pero también por presumir de dar satisfacción a las quejas de sus aliados; y en efecto, los focidios y los plateenses habían presentado acusaciones contra los tebanos. Con la excepción de los sacerdotes, todos los que tenían lazos de hospitalidad con los macedonios, los descendientes de Píndaro y los que habían votado en contra de la defección, hizo vender a todos los demás, que eran unos treinta mil. Los muertos sobrepasaron el número de seis mil.
Plutarco, Vidas paralelas. Alejandro, 11
[Traducción de Emilio Crespo, Ediciones Cátedra, Madrid, 1999]