1. Módulo 3. Las economías urbanas

1.4. 3.4 La localización de la actividad económica en la ciudad

Las medidas que toman las ciudades en favor de la defensa de los derechos de los consumidores –los vecinos– no son fácilmente aplicables cuando el ejercicio de la compraventa se realiza de forma dispersa, por ello se tiende a concentrar la actividad comercial en lugares concretos, en el mercado de la villa. Los concejos no podían permitir la venta de productos fuera del mercado en primer lugar  porque era la forma en la que podían garantizar el abastecimiento y calidad de los productos y en segundo lugar porque era la única forma de asegurarse la percepción de los derechos bien en concepto de instalación de mercaderes y productos en la plaza, bien por la descarga de mercancías, por la venta de productos o por la utilización de pesas y medidas.

Reelaborado a partir de Historia de Avila T. III Edad Media. Coordinador Gregorio del Ser. Avila 2009 p. 81.

 

El mercado se celebraba en lugares públicos y amplios, en plazas y calles adyacentes. En la mayor parte de las villas se menciona que el mercado se celebraba en la plaza o en azogue, sin embargo la localización de éste no estaba tan claro, o por lo menos no siempre era en una plaza según el concepto que de ella tenemos actualmente. A veces se realizaba fuera de la muralla como en Ávila o Segovia, o a caballo entre la ciudad vieja y los nuevos arrabales como en Zamora en la plaza de San Juan en la confluencia de la ciudad vieja y los nuevos barrios surgidos en los siglos XII y XIII.

En poblaciones pequeñas podía celebrarse en el cementerio de la villa como es el caso de la villa de Bermeo, o en la iglesia de Santa María como en la villa de Guernica. O simplemente se llamaba plaza a la encrucijada de caminos o calles que proporcionaban un espacio mas amplio.

A finales del siglo XV aparecen mencionadas las “Casas del mercado” o las “Casas del azogue” . Parece que estas casas estaban destinadas exclusivamente al almacenamiento y venta del trigo y cereales, pues otros productos como la carne, el pescado o la regatería se vendían en otros lugares próximos que formaban parte del “mercado”. El pescado se llevaba a la red del pescado donde se le ponía precio y luego se vendía en la calle, en lugares concretos, al aire libre sin instalaciones estables. La carne se despachaba en las “tablas de carnicería” que generalmente eran del concejo y se arrendaban anualmente.

Los concejos también reglamentaron la localización de estas actividades mercantiles en función de la polución que producían. Las pescaderías se desplazaban hacia zonas donde sus desperdicios pudieran ser fácilmente evacuados, como en San Sebastián que se colocan junto al lienzo de la muralla que daba al río. Y las carnicerías si estaban en calles principales podían vender la carne pero no podían matar las reses en dichos locales para no ensuciar con su sangre y restos a los viandantes.

En las ciudades portuarias los muelles cobran gran importancia porque en ellos se desembarcaban buena parte de los productos destinados a la venta. Los primeros muelles en piedra no se empezaron a construir en el reino de Castilla hasta bien entrado el s. XV y se desembarcaba en las orillas de las riberas con el peligro consiguiente.

En las grandes ciudades podían diferenciarse espacialmente los barrios de comerciantes como el Barrio del Mar en Sevilla o los barrios de francos en las ciudades del camino de Santiago.