Hacia el año 10000 aC nació la agricultura en el Creciente Fértil, una porción de terreno situada en Oriente Medio, y desde aquí se difundió gradualmente por Europa. Independientemente también se desarrolló en América, África y el Lejano Oriente. Esto permitió a las gentes controlar el suministro de alimentos. Por primera vez podían permanecer en un mismo lugar durante todo el año, y comenzaron a establecerse en aldeas y ciudades. Los primeros asentamientos se realizaron hacia el año 3.500 aC, y pronto surgió la primera gran civilización, Sumer, entre los ríos Tigris y Éufrates, en el actual Irak. Durante los siguientes 5.000 años se desarrollaron otras grandes culturas. No es casual que todas ellas se desarrollaran junto a grandes ríos (Tigris, Éufrates, Nilo, Indo, Amarillo…). Este emplazamiento ofrecía enormes ventajas: además de suministrar agua de riego los ríos servían para transportar materiales pesados de construcción, y como ruta comercial con otros pueblos. La población prosperaba y crecía. La abundancia de las cosechas proporcionaba el tiempo libre necesario para especializarse por oficios: alfareros, herreros, tejedores y constructores.

¿Cómo se averiguan la forma de los edificios, los usos del agua, las rutas comerciales o los cultivos? Los restos materiales y los documentos escritos son las principales fuentes de información. Arqueólogos e historiadores se encargan de analizarlos, describirlos, contrastarlos y dotarlos de sentido en el marco de una formulación teórica. Pero se trabaja en acuerdo con otros profesionales especialistas en diversos campos: paleontólogos, químicos, lingüistas, cartógrafos, biólogos e ingenieros de casi todas las disciplinas, entre otros. Sin una visión pluridisciplinar no sería posible explicar todas las pruebas ni establecer buenas teorías. Un ejemplo: un selecto grupo de ingenieros civiles vinculados a L’École Nationale des Ponts et Chaussées han contribuido de manera determinante a tener una explicación mucho más consistente de cómo fueron trasladados y puestos en obra los materiales empleados en la construcción de las pirámides que sirvieron de enterramiento a los faraones egipcios del Imperio Antiguo.

Gracias a la conjunción del trabajo de campo riguroso y a las acertadas teorías elaboradas hoy se sabe que el detonador del nacimiento de la civilización occidental fueron las explotaciones agrícolas mesopotámicas basadas en un sistema de canales de riego que llevaron agua hasta zonas desérticas. Para ello hubo que construir y gestionar un complejo sistema de distribución de aguas. Un canal de riego debe ser planificado y mantenido con gran cuidado: debe estar situado en un plano superior a la superficie a regar y debe tener una pendiente ligera y constante, lo que obliga a sus constructores a manejar recursos topográficos. El riego en Mesopotamia fue por inundación, el agua se distribuía en los campos mediante acequias sin compuertas mecánicas, lo que obligaba a abrir brechas que luego se cerraban con fangos. La efectividad del sistema, próspera agricultura basada en el riego artificial, se incrementaba al estar dirigido por una administración centralizada. No es fácil determinar si fueron los sistemas de riego a gran escala los que hicieron posibles los grandes imperios del Creciente Fértil o si estos fueron los impulsores de aquellos. Durante cuatro milenios el sistema de canales de Mesopotamia fue capaz de soportar una población mayor que la que en la actualidad allí reside y no fue abandonado hasta la mitad del siglo XIII, aunque el sistema fue perdiendo eficacia porque la ausencia de conocimientos geológicos y geotécnicos impidió a sus creadores conocer que bajo el suelo aluvial se escondían capas de sal que fueron aflorando y haciendo inútiles las aguas para el riego.

En esta misma zona se han localizado también las primeras máquinas simples de que dispuso el hombre: el plano inclinado, la cuña, el tornillo, la palanca y la rueda. Y el primer material prefabricado: los ladrillos de barro secado al sol o en hornos. Y los primeros aglomerantes: arcilla, yeso cal y betunes naturales. Y la primera gran obra enteramente de piedra levantada por un constructor: la pirámide escalonada de Saqqara. Los numerosos pueblos que están detrás de todo ello (sumerios, egipcios, casitas, asirios, babilonios, persas, fenicios…) explican con sus construcciones que las obras públicas han gozado desde la antigüedad de una relevancia que excede a la simple funcionalidad.

Al concluir el estudio de este tema el alumnado tendrá recursos suficientes para disponer de un espacio geográfico y un tiempo histórico en los que integrar el origen y referir la evolución de lo que hoy se denomina “obras públicas”, y sobre ello posicionar los primeros vestigios físicos y documentales que nos explican la forma de construir anterior a la ingeniería romana, de grandeza incuestionable, pero deudora de este extenso período histórico.

   

Contenidos

1. Introducción. Características de las fuentes de información para el estudio de las obras de ingeniería en este período.

2. Los materiales de construcción. Arcilla. Madera. Piedra. Cales y morteros.

3. La mano de obra y los medios auxiliares. Herramientas para el trabajo de los distintos materiales.

4. Sistemas para elevación y transporte. Transporte a grandes distancias. Puesta en obra.

5. Las técnicas constructivas. Los aparejos.

6. Las cubiertas. Arcos. Bóvedas.

7. Obras de ingeniería en otras culturas antiguas. Indo. Arabia. Africa. China. Japón. América.

8. Aportaciones del conocimiento de este período para el análisis y valoración de las obras públicas. La labor de la UNESCO.

9. Obras de ingeniería de la Edad Antigua:

  • La ciudad sumeria de Ur y su zigurat.
  • El diseño y la construcción de una pirámide en Egipto.
  • El estudio de las crecidas fluviales y la construcción de canales y cigoñales para regadío en Egipto.
  • Los canales para regadío y navegación en Babilonia.
  • Las novedosas técnicas constructivas de Uruk.
  • Los sistemas persas y asirios para el transporte subterráneo del agua.
  • La red de caminos persas.
  • Infraestructuras hidráulicas neoasirias en la ciudad de Nínive.
  • La nueva Babilonia: el Canal Real de Mesopotamia y la torre de Babel.
  • El puerto fenicio de Tiro.
  • Un antecedente aqueménida para el canal navegable de Suez.
  • Puentes flotantes y canales de navegación con finalidad bélica en las guerras entre persas y griegos.
  • El abastecimiento de agua a Jerusalem.
  • Las trazas en retícula de las ciudades jonias.
  • El abastecimiento de agua a Samos.
  • La ingeniería del palacio de Cnosos.

   

Referencias

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Última modificación: martes, 9 de mayo de 2017, 18:36