El Renacimiento es un complejo fenómeno histórico que abarca buena parte de los siglos XV y XVI. Se inició en el norte de Italia, en los territorios donde primero prendió el capitalismo, convirtiendo a Italia en la cuna de las operaciones bancarias y financieras, y a Florencia, con los Médici, en la capital de la banca. A esta ciudad llegaron a refugiarse muchos eruditos griegos que tras la caída de Constantinopla buscaban un nuevo espacio en el que proseguir con el estudio de las nuevas ideas, en buena medida alimentadas por el redescubrimiento de los restos clásicos romanos, y por el replanteamiento de los cánones estéticos que dominaron los últimos siglos de la Edad Media.

El Renacimiento italiano es la época del hombre universal, preocupado por la teoría y la práctica, por la capacidad de crear. Se comienza a aceptar que el conocimiento asociado al ejercicio de la técnica requiere de las ideas. Pensar y construir, como hizo Brunelleschi, quien ideó la cúpula de la catedral de Florencia y las máquinas para construirla. O Alberti, que diseñó los artefactos necesarios para elevar los grandes bloques de piedra hasta el lugar de su emplazamiento, y además se ocupó de proyectar el suministro de agua a los núcleos urbanos. Son artistas que se interesan por las máquinas, y a esto contribuyó el redescubrimiento y difusión de la obra de Vitrubio, el teórico de época romana.

Casi todos los primeros ingenieros renacentistas italianos fueron ingenieros militares, dedicados a concebir y manejar los artefactos bélicos desarrollados en la época, y su principal tarea civil fue la fortificación. El trabajo del ingeniero renacentista estaba orientado sobre todo hacia la arquitectura y la ingeniería militar. Es en esta época cuando se inicia la separación entre ingenieros y arquitectos, asignándose al primero la concepción del edificio y a los segundo la composición de las máquinas para el proceso de construcción y, con el tiempo, el cálculo de las correspondientes estructuras. En todas las obras públicas, militares y civiles, el ingeniero asumirá todas las responsabilidades.

Esta nueva mentalidad nacida en Italia se extendió a lo largo del siglo XV por toda Europa. Arraigó mejor en las sociedades más abiertas, las mercantiles, y se desarrolló menos en las rurales, más conservadoras. Con el paso del tiempo, otras naciones europeas como España, Inglaterra o Francia sustituyeron a Italia en su papel de líder. En España fue un período de florecimiento de la técnica, con importantes aportaciones a todos los campos. Pero no es fácil saber cuántos ingenieros eran ni que actividades realizaban. Es una época, sobre todo los siglos XV y XVI, en la que las obras de ingeniería civil se proyectaban y construían por maestros canteros, artesanos, alarifes… con una formación variopinta. No existía un centro específico para formar ingenieros, y en el único lugar donde se enseñaba matemática –la universidad de Salamanca- se hacía en latín, la lengua culta que no entendían los maestros constructores.

¿De dónde procede en nuestra lengua el término ingeniero? Según J. Corominas el término “ingeniero” aparece en castellano hacia 1450, probablemente por imitación de ingegnere, vocablo italiano derivado del latín y que designa al que diseña y construye ingegni (máquinas de guerra). Su misión será la de generar la construcción, la máquina o la organización correspondiente. Pero “ingenieros” y “arquitectos” fueron profesionales en muchos casos indiferenciados.

A lo largo del siglo XVI en España se reunirán técnicos europeos de diversas procedencias, en buena medida por el prestigio, universalidad y riqueza de la Casa de Austria, y en especial de los monarcas Carlos V y Felipe II, este último muy aficionado a las obras de ingeniería y a la vez sensible a la necesidad de una formación específica.  Las múltiples necesidades técnicas del imperio hicieron que se nombrasen ingenieros como criados ordinarios, funcionarios al servicio de la corona. En su mayoría tenían relación con la milicia, por lo que tradicionalmente se les ha denominado ingenieros militares, pero casi ninguno era soldado. Podían ser nombramientos vitalicios o coyunturales (para realizar una obra concreta) y su dedicación principal era la fortificación. Muchos eran extranjeros –italianos, flamencos- pero igualmente súbditos de la corona. Uno de ellos, Juanelo Turriano, alcanzó gran renombre, porque fue capaz de idear un sistema de abastecimiento de agua a la ciudad de Toledo que permitía salvar una gran diferencia de cota entre la captación y el depósito. Tan famoso se hizo que Los Veintiún Libros de los Ingenios y de las Máquinas,  el libro antiguo de ingeniería hidráulica más importante, lo adoptó como autor por mucho tiempo, sin serlo en realidad.

El siglo XVII fue tiempo de guerras en Europa, de guerras ideológicas religiosas. Y en ese ambiente se fraguan nuevas ideas de razón, de pluralidad, de tolerancia. Se invita al hombre a dejar de estar sometido a las fuerzas de la naturaleza, se la puede dominar. Se busca la convergencia entre las artes mecánicas y la ciencia, la ciencia no puede construirse sin incorporar la experiencia presente en las técnicas.

Este siglo XVII es el de la formación de la ciencia moderna en Europa. Pero sin el despliegue del capitalismo y la manufactura, sin la formación de los nuevos estados nacionales, sin la paulatina dignificación de la técnica, sin todo ello no se habría superado la concepción tradicional medieval. Sobre las bases ahora establecidas de razón y tolerancia se construirá la Ilustración, una época crucial para el devenir de la ingeniería civil tal y como ahora la conocemos.

Al concluir el estudio de este tema el alumnado dispondrá de recursos suficientes para comprender aspectos como la importancia de la tecnología en el desarrollo histórico de la ingeniería civil, su lucha para incorporarse al mundo científico, la progresiva definición de la profesión de ingeniero –indisolublemente ligada a la Corona en esta época–, el fomento de la obra pública de manos de los estados nacionales o la gran complejidad que implicaba la organización técnica y administrativa de una gran obra de ingeniería.

   

Contenidos

1. Introducción. Las artes mecánicas y la ciencia en el Renacimiento. Galileo. La progresiva definición de la competencia profesional de ingeniero.

2. La tecnología en el siglo XVI: Los Manuscritos. El tratado de Los Veintiún libros de Ingenios y Máquinas.

3. La profesión de ingeniería en la Edad Moderna. Los ingenieros militares renacentistas. Cristóbal de Rojas. Los ingenieros mecánicos. Juanelo Turriano. Ingenieros científicos e ingenieros artistas. Los maestros de obras. La formación.

4. Las obras públicas: las vías de comunicación terrestres:

  • Los Repertorios: J. Villuga y A. Meneses.
  • Las Ordenanzas para la conservación de caminos.
  • Los nuevos trazados.
  • Equipamiento viario.
  • Los puentes en el Renacimiento: construcción y tipologías.
  • Las vías de comunicación fluviales.

5. Las obras públicas: la ingeniería hidráulica urbana:

  • El abastecimiento de agua a poblaciones.
  • Captaciones. Pozos y aljibes. Captaciones subterráneas: viajes de agua.
  • Las conducciones. Acueductos.
  • La distribución de agua en la ciudad. Fuentes y lavaderos.

6. Las obras públicas: el desarrollo de la tecnología portuaria:

  • Las fortificaciones.
  • Construcción de obras de abrigo. Diques y muelles.
  • Equipamientos y servicios portuarios. Amarres. Grúas. Dragas. Astilleros.
  • La descripción de puertos españoles de P. Teixeira.

7. El fomento de la agricultura y las obras de regadío. La construcción de presas y azudes. Canales para regadío. Maquinaria hidráulica para riego. Pósitos y silos.

8. Ingenios y maquinaria hidráulica. Molinos. Batanes. Ferrerías. Serrerías. Las patentes de invención.

9. Yacimientos de información para la investigación del patrimonio de la ingeniería civil española en la Edad Moderna. Archivos y fondos documentales públicos y privados. El Centro de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo del Ministerio de Fomento.

   

Referencias

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Última modificación: martes, 9 de mayo de 2017, 14:36