• Existe un número importante de antropólogos que entienden que la cultura se compone de ideas o de modelos cognitivos, y no de objetos materiales. Así, antropólogos como B. Malinowski, R. Benedict, R. Linton o P. Murdock perciben los objetos materiales como parte del entorno de la vida social, pero no como el núcleo de la cultura. Lo que ellos denominan cultura incluye las pautas de comportamiento, los valores  y las creencias de una sociedad. Sociedad y cultura sería términos correlativos.
  • Por tanto, estos antropólogos, que no son pocos, no incluyen a la cultura material en el concepto de cultura. Es evidente que los antropólogos que excluyen a las cosas materiales de la cultura piensan que los modelos cognitivos de una sociedad son los que crean las cosas materiales y, por tanto, estas últimas son secundarias. Sin embargo, es verdad que en las sociedades técnicamente avanzadas, las cosas materiales nacidas de la cultura, acaban, a su vez, modificando la totalidad de la cultura porque alimentan nuevos valores, a la vez que modifican otros.
  • En todo caso, la cultura incluye normas, valores y creencias. Complementariamente, la cultura incluye expresiones tangibles que integran la llamanda cultural material. No cabe duda que cualquier artefacto o construcción material es producto de unas ideas. Las sociedades logran innovaciones materiales gracias a que se producen cambios en las ideas.
  • Para entender lo dicho, baste añadir que sólo la conjunción de muchas innovaciones, desde los años ochenta del siglo XIX al menos, hicieron posible en los años treinta la transmisión de imágenes gracias a la televisión. La televisión era el fruto de muchas ideas que habían ido haciendo eclosión en el seno de las sociedades occidentales. Ahora bien, la televisión, a su vez, modificó la cultura occidental, empezando por las costumbres familiares.
  • Por tanto, la cultura material hace referencia al mundo de los objetos, los cuales resultan inseparables de la cultura inmaterial. Esta última, dotada de una gran amplitud, contiene la esencia de la percepción del mundo y de las cosas que tiene una sociedad. La cultura, en todas sus dimensiones, se construye diacrónicamente, por lo que remite constantemente a una tradición. Ahora bien, en un mundo globalizado como el nuestro los préstamos culturales, procedentes de otras culturas, ocupan una parte cada vez mayor.
  • Es evidente que los objetos materiales que utiliza una sociedad son la expresión de sus valores. Por supuesto, las ideas éticas y las ideas estéticas, cuando cambian producen transformaciones en la cultura material. La tecnología es la expresión palmaria de la cultura material, entendiendo por tal el conocimiento aplicado al mundo tangible que emplea una sociedad para vivir. La rápida evolución de las ideas ha provocado una progresión tecnológica imparable en Occidente, pero eso no significa que otras sociedades, por muy elemental que sea su vida, carezcan de tecnología. Se deduce, por otro lado, que la generalización de los elementos tecnológicos de una sociedad da la medida de su cultura material. Hasta que esto no sucede, puede decirse que son logros individuales antes que colectivos.
  • Hemos dicho que el núcleo de la cultura contiene normas, valores y creencias. Las normas son reglas que regulan la conducta de los miembros de la sociedad. Son reglas de muchos tipos: legales, consuetudinarias, morales, religiosas, etc. Algunas de estas reglas son comunes a muchas sociedades, pero otras son específicas. También hay reglas que están presentes en todos los ámbitos de la cultura, de modo que son al mismo tiempo reglas morales, religiosas, legales, etc.
  • No todas las reglas obligan por igual. Las reglas legales entrañan obligaciones rígidas, mientras que las costumbres comportan adhesiones emocionales a preceptos que permiten un cierto grado de discrecionalidad en el cumplimiento. Sin embargo, hay costumbres que pueden estar respaldadas por una coacción importante, de modo que su vulneración deviene en marginación.
  • Los valores de una sociedad son modelos culturalmente definidos, por medio de los cuales las personas que integran una cultura realizan evaluaciones, en una escala que va desde lo que es deseable hasta lo que carece de valor. Muchos de estos valores se interiorizan desde el nacimiento y el individuo apenas tiene conciencia de su adquisición. La importancia de los valores de una sociedad es extraordinaria: es la guía de los comportamientos individuales y colectivos y, por eso, resultan insalvables en la vida cotidiana.
  • Las normas y los valores son la fuente de los patrones ideales de una sociedad. Por patrones ideales entendemos los conjuntos de ideas (ideales) que indican los códigos de conducta preferidos en cada momento. Las sociedades tienen patrones ideales, a menudo respondiendo a tradiciones sociales que, aunque no se respeten, se consideran preferidos. Frente a los patrones ideales están los reales, que indican, no lo que el individuo debiera hacer, sino lo que realmente hace por lo general.
  • La cultura se compone también de creencias. Las creencias están compuestas de enunciados específicos acerca del mundo y de las cosas, no verificables, que se consideran ciertas. Las creencias y la ideología comportan las dos dimensiones fundamentales de la cultura, que proporcionan la weltanschauung o cosmovisidón del individuo.
  • Las creencias en lo sobrenatural son comunes a todas las culturas y se presentan bajo diversas formas, siendo las esenciales la magia y la religión, las cuales, por cierto, se hallan frecuentemente unidas. Las creencias, por otro lado, son fuentes motrices de los valores, puesto que orientan las valoraciones modélicas de las sociedades, trascendiendo las propias creencias.
  • En las modernas sociedades occidentales es frecuente que normas, valores y creencias entren en conflicto, dado que son sociedades en permanente cambio, que incorporan elementos de otras culturas de forma constante. Los procesos de cambio dan lugar a inconsistencias valorativas que son causas de crisis generales dentro de las culturas. En las sociedades más tradicionales la coherencia de las normas, los valores y las creencias suele ser acusada. En todo caso, cualquier cultura añade cambios generados internamente o tomados de otras culturas.
  • Las variaciones en las culturas se producen por suma de modificaciones individuales de las conductas. En las culturas muy dinámicas, como las modernas occidentales, los cambios son constantes. Sin embargo, estas culturas, como otras culturas, controlan los cambios mediante el establecimiento de limitaciones muy diversas. Las normas no legales, de índole tradicional, actúan como limitadoras de los cambios. Unas veces estas limitaciones son directas y otras veces indirectas. Mientras que las limitaciones directas nos dicen de manera más o menos explícitas lo que debemos o no debemos hacer (la asistencia a determinados actos requiere invitación), las limitaciones indirectas nos sugieren implícitamente una actitud (en los actos a los que soy invitado, se espera de mí un determinado comportamiento).
  • No hace falta añadir que la transgresión más o menos constante de las limitaciones culturales hace que las culturas cambien. Nuestras ideas acerca de los comportamientos individuales y colectivos en la actualidad son bien diferentes de las de nuestros padres y, más aún, de las de nuestros abuelos. Así como en las sociedades tradicionales las personas visten de manera similar en el transcurso del tiempo, en las nuestras la moda introduce innovaciones de forma permanente, que acaban por distorsionar la diferencia entre la vestimenta formal y la informal, por ejemplo.

Última modificación: miércoles, 21 de junio de 2017, 12:33