• Desde el punto de vista ontológico el estudio de la cultura remite al establecimiento de la diferencia sustancial que existe entre ésta y la naturaleza. Ello se puso de manifiesto en el siglo XVIII, cuando el hombre, hecho razón, se adueña de toda la reflexión respecto de cuanto existe.
  • El ser humano es el resultado de una larga evolución, la cual se ha traducido en cambios adaptativos, muy favorables para la especie. En 1859 Darwin enunció la primera parte de su teoría, la cual ponía de manifiesto los principios que habían permitido la evolución de los seres vivos, y tuvo su continuidad en 1871 con la publicación de Descent of Man. Uno de estos principios era el de la selección natural que se traduce en la supervivencia de los más aptos.
  • El caso de los humanos no ha sido distinto y los más inteligentes, los más rápidos, los de mayor agudeza visual, etc. han sobrevivido, gracias a su mayor aptitud, generación tras generación. Desde hace algo menos de treinta mil años, seguramente, no hay más que una sola especie homínida sobre la Tierra, cuya denominación científica es Homo sapiens. Realmente, la misma existe sobre la Tierra desde hace centenar y medio de miles de años.
  • Nuestros ancestros evolucionaron a partir de otras especies, en un proceso de especiación que no es distinto del que se ha producido incesantemente en la Naturaleza. Algunas de las especies vivas se hallan relativamente cercanas al ser humano. Los simios póngidos se hallan próximos al ser humano en la escala biológica. Tanto es así que es muy posible que el advenimiento de los homínidos se haya producido hace poco más de seis millones de años.
  • El hecho tiene su importancia, sobre todo porque nos permite descubrir que el ser humano no es el único que posee cultura, aunque, por descontado, es la más potente, incomparablemente, de cuantas existen. Los chimpancés, igual que los gorilas y los orangutanes poseen cultura: comen de manera distinta según las áreas en las que viven, lo cual quiere decir que aprenden independientemente.
  • Si en lo general el Homo sapiens se ha beneficiado de los mecanismos naturales de la evolución, no es menos verdad que la cultura le ha permitido alcanzar metas imposibles para otros animales. Algunos científicos creen que los seres humanos han reducido sus instintos a la mínima expresión, de modo que la distancia que los separa del resto de los animales es abismal. La prueba de que los seres humanos relegan sus instintos se halla en que a pesar de que todos ellos tienen necesidades biológicas básicas, la manera de resolverlas es distinta según las culturas. Comen porque necesitan vivir, pero comen distintos alimentos y de distinta manera según la cultura de pertenencia. Duermen porque el reposo biológico es imprescindible, pero de manera distinta según la cultura a la que pertenezcan.
  • Los seres humanos pueden tomar decisiones, racionalmente, que anulan la evolución. Por ejemplo, pueden optar por no reproducirse, o pueden optar por suicidarse. Además, hay seres humanos que, voluntariamente, dejan de comer, como ayuno, o de dormir, como castigo autoimpuesto. En fin, en los seres humanos, los instintos son reducidos a la mínima expresión o sometidos por efecto de la cultura.
  • Casi la totalidad de la Tierra está habitada por seres humanos, incluido el Polo Norte, pero las personas se distribuyen formando parte de culturas que son muy distintas. La cultura es un mecanismo de adaptación, similar al de la biodiversidad en las plantas. La diversidad cultural de la especie humana ha permitido que todo el Planeta fuera colonizado de una manera eficaz. Una sólo cultura no podría haberlo logrado. Gracias a esta diversidad, los seres humanos aprovechan los recursos que tienen a su disposición en los distintos ecosistemas.
  • Pero esta gran variedad cultural descubre, asimismo, la existencia de numerosas subculturas, con tanta mayor intensidad en los casos de las grandes aglomeraciones humanas, y más aún en el caso de las modernas urbes. Evidentemente, tratándose de culturas muy reducidas en número de efectivos humanos, estas subculturas no están presentes. La subcultura es una estrategia adaptativa que precisa que el tamaño de los grupos humanos sea suficientemente grande.
  • Tan grandes son, aparentemente, las diferencias entre las culturas, que los integrantes de una de ellas consideran que los de otra cultura tienen costumbres raras. El hecho de que los seres humanos se sientan miembros de un grupos social y partícipes de una cultura explica que ello sucede así porque la conservación de la cultura es imprescindible para la supervivencia de muchos grupos humanos. De hecho, la cultura ha sido el mecanismo que ha permitido al ser humano adaptarse de forma análoga a como lo ha hecho su naturaleza biológica y, a partir de un determinado momento, la cultura ha conseguido someter a la naturaleza en buena medida.

 

Última modificación: miércoles, 21 de junio de 2017, 12:37