• Dada la amplitud de la cultura, más que enunciar el extenso contenido de la misma procede enunciar sus características definitorias. Aquí señalaremos únicamente las que son básicas y comunes al conjunto de las culturas. Por descontado, particularmente, las culturas tienen sus características propias.
  • La primera de estas características se resume en el hecho de que la cultura es aprendida. Como se ha explicado en las líneas precedentes, todo lo que el ser humano es capaz de aprender se denomina cultura. Lo que no es aprendido, es natural. Sin embargo, hemos de huir de las dicotomías radicales. La cultura precisa de la naturaleza, en tanto que actúa sobre el soporte de la naturaleza humana. Ahora bien, la cultura es tan poderosa (superorgánica, decía Kroeber), que es capaz de modificar la propia naturaleza. Más que ser dos pares opuestos, la cultura y la naturaleza se complementan. El ser humano ha llegado a ser lo que es gracias a esta complementariedad.
  • Los seres humanos aprenden desde el nacimiento, a lo largo de toda la vida. En la infancia el aprendizaje es muy intenso, debido a la elasticidad del cerebro para aprender, y a la falta de autonomía del ser humano. Al aprendizaje, consciente o inconsciente de una cultura por parte del ser humano lo denominamos enculturación o socialización. A través de este proceso los seres humanos hacen suyas las pautas que guían su comportamiento en la cultura y se dotan de valores.
  • Obviamente, las formas de aprendizaje son muy variadas. A veces el ser humano aprende individualmente, de manera empírica, mediante acierto y error. Otras veces lo hace socialmente, viendo lo que hacen los demás. Y otras, culturalmente, a través de la transmisión simbólica que se produce entre las personas y las generaciones.
  • Por tanto, la socialización del individuo homologa valores. Aunque, teóricamente, la familia ocupa un lugar primordial en la socialización de la persona, en las modernas sociedades occidentales hay agencias de socialización que pueden llegar a tener un papel determinante, empezando por la guardería y siguiendo, sobre todo, por la escuela.  La institucionalización de la escuela es la mejor expresión de su imprescindible función. En España, la Ley de Instrucción Pública de Moyano (1857) confirió carácter obligatorio y gratuito a la primera enseñanza (de seis años de duración).
  • Conocemos tan sólo unos pocos casos de niños, supuestamente, no socializados en la infancia, de los cuales el más conocido es el de Aveyron (1800), en el sur de Francia. Sin embargo, las dudas que basculan sobre el caso son muy numerosas y el posible retraso mental del niño lastra las conclusiones que podamos obtener, más aún desconociendo el impacto emotivo que tuvo el hallazgo para el protagonista.
  • De lo dicho hasta aquí se deduce que la cultura es simbólica. Las distintas sociedades poseen culturas en las cuales están presentes símbolos que son tanto verbales como no verbales, mediante los cuales los actores sociales interactúan y generan productos formales y materiales.
  • La cultura es, asimismo, adaptativa, puesto que sirve para que los seres humanos puedan vivir en los entornos naturales y sociales que ocupan. Cada generación trata de mejorar las condiciones adaptativas, conservando todos los elementos del pasado que poseen un mínimo de eficacia, e incluso otros muchos por razones de identidad. Por esta razón, los aspectos históricos poseen un peso muy importante en las culturas.
  • El hecho de que la cultura sea adaptativa, en general, no implica que lo sea siempre. En la adaptación se producen desajustes que explican los comportamientos degradantes tanto hacia el entorno natural como hacia el social. Como ejemplo, piénsese en el desastre que supone el uso de productos y residuos contaminantes, la deforestación de las masas boscosas, la desertización de algunas áreas de la tierra, etc.
  • Las costumbres de los seres humanos son adaptativas, por lo general, en el sentido de que existen porque favorecen la supervivencia. Pero hay costumbres que parecen contradecir esta tendencia. Teóricamente, al menos, debieran desaparecer estas últimas, mientras se conservan las costumbres más adaptativas. Es evidente, por el contrario, que las cosas no sucedan necesariamente de esta manera.
  • Como ya se ha adelantado, es característico de la cultura que, frecuentemente, domine a la naturaleza, y hasta se oponga a ella. En nuestros días es posible la introducción de modificaciones genéticas en los seres vivos, que alcanzan su grado más alto cuando afectan a los propios seres humanos. Es evidente que la Naturaleza se viene modificando. por la acción de las culturas de los seres humanos, de una manera continuada a lo largo de la historia.
  • Por otro lado, la esencia de la cultura viene dada por las reglas que la informan, de lo que se sigue la importancia que las normas adquieren en el funcionamiento de la cultura. Ahora bien, para que las normas den vida a algo que denominamos cultura es imprescindible que sean compartidas por quienes participan de esta última, en cuanto miembros de una sociedad. Es posible, sin embargo, que una parte de los miembros de una sociedad, sin dejar de compartir las reglas generales de la totalidad de la sociedad, se ajusten a unas reglas propias, dando lugar así a una subcultura. También es posible que una parte de la sociedad muestre rasgos culturales de oposición a la cultura dominante, en cuyo caso hablaremos de contracultura.
  • La cultura se caracteriza también por constituir un sistema integrado. Cualquier modificación que se introduzca en un elemento afecta a otros muchos. La introducción de un deporte como el fútbol en España, a finales del siglo XIX, provocó cambios en las costumbres, la aparición de nuevas formas de sociabilidad,  la atención de los medios de comunicación, etc. Las repercusiones de cada cambio tienden a ser absorbidas por el sistema hasta donde es posible. Periódicamente se producen desajustes de mayor o menor importancia.
  • También, de lo que se acaba de señalar se deduce que la cultura es cambio. El cambio es un requisito de su carácter integrado. Es evidente que tales procesos de cambio adquieren una especial profundidad en el tránsito de las sociedades tradicionales a las modernas. Los procesos de cambio constituyen un objeto de estudio de gran importancia para las ciencias sociales, debido a las repercusiones de los mismos. Pero, en todo caso, el cambio va implícito en la cultura.

Última modificación: miércoles, 21 de junio de 2017, 12:38