• A medida que fue progresando la constitución del corpus teórico de la antropología se vio cada vez con más certeza que existían muchos aspectos comunes a la totalidad de las culturas. Ello es explicable debido a la existencia sobre la Tierra de una sola especie homínida, cuyo cerebro elabora símbolos análogos. El uso del método comparativo ha permitido verificar la existencia de estos universales.
  • Si bien el interés por el tema data de los orígenes de la antropología, fue a través de Franz Boas y de su escuela cuando mayores avances se produjeron en la detección de estos universales. La primera elaboración minuciosa de los universales culturales fue la de Wissler, en 1923. No obstante, con anterioridad se había llegado a la conclusión de que era universal la existencia del tabú del incesto, la creencia en la vida ultraterrena o la idea del alma.
  • El hecho de que existan universales no debe interpretarse desde la perspectiva de la igualdad extrema. Lo que se observa es que se trata de unos mismos rasgos, desde el punto de vista funcional, que se presentan bajo variantes muy diversas, que en algunos casos poseen un parecido extremo. Aunque todas las culturas poseen mitologías que, esencialmente, responden a las mismas características, las variantes de las mismas son muy numerosas.
  • ¿Por qué no son idénticos los universales? La razón pudiera hallarse en que el cerebro del Homo sapiens utiliza formas universales de categorizar, lo cual no implica que el resultado final sea idéntico. A menudo se ha puesto como ejemplo el caso de la prohibición del incesto, la cual, siendo universal en lo sustancial, presenta diferencias entre las culturas: la prohibición de relaciones sexuales posee algunas particularidades.
  • Las razones de la existencia de los universales culturales se han atribuido a condicionamientos biológicos, psicológicos y sociales. En resumen, la larga dependencia infantil del ser humano y, consecuentemente, el fuerte sentido social de este último, crearían los mismos universales culturales.
  • Hay otros rasgos en las culturas de los seres humanos que, sin ser universales, son generales. Significa esto que no están presentes en todas las culturas, pero si en numerosas culturas. La razón más convincente es la de la difusión de invenciones culturales que han sido consideradas satisfactorias por el resto de las culturas. Pero también puede suceder que se trate de invenciones motivadas por necesidades o situaciones muy frecuentes entre los seres humanos.
  • Los europeos consideraron durante mucho tiempo que gran parte de los rasgos que definían a sus culturas representaban una culminación evolutiva y, por tanto, serían los que tendrían en el futuro los pueblos que en un momento dado poseían estructuras culturales que los europeos valoraban como arcaicas. El análisis detallado y riguroso ha demostrado que los rasgos que los europeos veían como los únicos posibles no eran tal. Por ejemplo, algunos antropólogos llegaron a pensar que el sistema de parentesco europeo era el único posible, y universal por tanto. Desde hace mucho tiempo sabemos que no es ni siquiera general, como veremos más adelante.
  • Por último, hay rasgos culturales que son particulares, es decir, propios de una cultura determinada o tan sólo de algunas culturas, con lo cual quedan fuera del ámbito de los universales y del de los generales.  Los particulares tienen una gran importancia porque proporcionan las claves de la identidad cultural de los grupos humanos. La posesión de particulares permite a estos grupos elaboran su cohesión interna y las diferencias con otros grupos.
  • Algunas pautas de comportamiento son particulares de las culturas, como por ejemplo el uso de las lenguas. En las creencias hallamos muchos rasgos culturales particulares, al igual que en las prácticas rituales asociadas a las mismas. Las fiestas ligadas a los ritos, presentan la suficiente individualidad en las culturas para que, a menudo, sean distintas entre sí. En suma, las sociedades poseen universales y generales para sentirse unidas a otros grupos humanos, pero también poseen particulares para sentir su diferencia y su identidad. Aunque la globalización ha atenuado los particulares y ha enfatizado los universales y generales, los primeros constituyen una necesidad de los grupos humanos.

 

Última modificación: miércoles, 21 de junio de 2017, 12:40