Se entiende por producción al proceso por medio del cual se crean los bienes económicos que han de satisfacer las necesidades humanas. Esa producción existe en cualquier sociedad, pero en grados muy diferentes. Tampoco se produce con arreglo a las mismas pautas sino que, salvando aquéllas que forman parte de la división elemental del trabajo la variación es grande. Cualquier forma de producción requiere actividades encaminadas a un fin y requiere medios para alcanzar dicho fin. Es importante apreciar que la producción genera relaciones sociales que cambian en las sociedades y en las épocas, de acuerdo con las normas, los valores y las creencias propias de las culturas. Los procesos de cambio afectan a todos los ámbitos de la cultura e introducen modificaciones que pueden ser sustantivas en la producción, como también lo pueden ser en la distribución y en el intercambio. El característico consumo de nuestras sociedades occidentales retroalimenta una inmensa producción que ha sido desconocida en otras épocas. La producción se ajusta a pautas objetivas, las cuales, para su comprensión, pueden clasificarse de acuerdo con los modos de producción.

   

3.6.1 Los medios de producción

  • El concepto de medio de producción, como el de modo de producción y otros fue introducido por la teoría marxista en la crítica social. En la actualidad se consideran útiles para realizar análisis teóricos, aunque con algunas diferencias con respecto a su significado de origen.
  • En general, podemos entender por medios de producción los instrumentos y materiales que intervienen en el proceso de trabajo. De este modo, hacen referencia a la obtención de materias primas, a la producción de los derivados de las mismas y a todo lo que conduzca a la obtención final de los bienes materiales. Todo aquello que el ser humano requiere para actuar sobre la Naturaleza o sobre los objetos en general se puede incluir en los medios de producción, si cumple con el requisito que se acaba de mostrar: que el resultado final que se pretende sea el de la obtención de bienes materiales.
  • Así, se consideran medios de producción la tierra, las herramientas (elementales o complejas, como las máquinas), las unidades materiales de producción (fábricas, talleres y oficinas), los almacenes, los transportes y el dinero.
  • Dependiendo de las épocas y de las sociedades, se producen modificaciones en la relación de medios de producción. Algunos, como los útiles, están presentes en todas las culturas. Sin embargo, mientras en algunas sociedades la tierra tan sólo genera derechos de uso, en otras, además de producir estos mismos derechos genera también otros, como los de propiedad. Las primeras sociedades que incorporaron el dinero lo hicieron hacia el siglo VII a. C., mientras que otras lo han hecho en época tan reciente como el siglo XX. El capitalismo y la industrialización consecuente han hecho más compleja la relación de medios de producción.
  • En los análisis antropológicos el uso de los medios de producción tiene una gran importancia. En algunas sociedades, como las forrajeras, los vínculos entre los individuos y la tierra son transitorios y breves. En otras, como en las de los horticultores, son algo más duraderos, pero transitorios por lo general, tanto porque cada vez que se agota la tierra que explotan se trasladan para iniciar el cultivo en un espacio distinto, como porque las parcelas son asignadas por el grupo a las familias con carácter temporal, a veces por el tiempo que dura un ciclo vegetativo. En las sociedades de agricultores, sin embargo, el vínculo entre las personas y la tierra, es muy duradero. 
  • Los medios de producción están ligados a unas relaciones sociales que son cambiantes culturalmente. El matrimonio, la familia y los grupos de filiación son requisitos insalvables del acceso a la tierra y a los demás medios de producción en muchas sociedades de horticultores, por ejemplo. En otras, el acceso a la tierra y a los medios de producción tiene un carácter más individual, pero siempre en el marco de relaciones sociales institucionalizadas. 
  • En las sociedades de pastores, el matrimonio, la familia y el grupo de filiación procuran el acceso a los ganados y al aprovechamiento de los pastos. Ahora bien, mientras que la relación con los animales genera permanencia y exclusividad, no así la relación con la tierra que deviene en derechos de uso de muy diversa índole. Valgan como ejemplo las conclusiones del trabajo de F. Barth acerca de los pastores de Irán y de Afganistán.

   

3.6.2 La organización del trabajo

  • En todas las sociedades humanas el trabajo está organizado con arreglo a criterios que tienden a ser predecibles. Sin embargo, entre las sociedades de cazadores-recolectores y las nuestras hay grandes diferencias. También entre las sociedades complejas hay pautas culturales muy variadas. 
  • Existe una división social del trabajo a la que Durkheim (1859-1917) denominó elemental, tal como el autor explica en la obra que lleva este mismo título, La división del trabajo social (1893), la cual es universal, aunque por razones de progreso tecnológico ha quedado difuminada en las modernas sociedades complejas. Esta división elemental del trabajo utiliza los criterios de edad y sexo. 
  • Por lo que parece, de acuerdo con las numerosas investigaciones antropológicas, en las sociedades llamadas "primitivas" el criterio en la organización del trabajo es elemental, básicamente dado por la edad y el sexo, aunque cuando se desciende al detalle concreto se aprecia que hay roles que pueden ser desempeñados igualmente por hombres que por mujeres, de modo que la asignación a aquéllos o a éstas es puramente cultural. En estas sociedades, aunque la regla más habitual es que los hombres cazan y las mujeres recolectan, la separación de roles es un tanto difusa. Las mujeres pueden participar en algunas labores de caza, sobre todo si es caza de animales de pequeño tamaño con riesgo menor.
  • En estas mismas sociedades "primitivas", si se las puede llamar así, el liderazgo es muy ocasional. El grupo puede cambiar de líder tantas veces como cambie de actividad. Aunque el liderazgo del grupo es generalmente masculino, el de algunas actividades puede ser femenino. Por otro lado, dado que el consenso en la toma de decisiones es tan importante, en algunas de estas sociedades no es raro que las mujeres participen en pie de igualdad en la elección. Algunos trabajos antropológicos sobre los bosquimanos como el de G. Silberbauer Hunter and Habitat in the Central Kalahari (1981), en épocas recientes, cuando todavía existían grupos dedicados auténticamente a la caza y a la recolección, prueban la existencia de este principio.
  • Los grupos cooperativos de las sociedades forrajeras se basan a menudo en el parentesco. En otras sociedades tradicionales, de horticultores y de agricultores, aunque el parentesco sigue siendo un criterio en la formación de grupos, hay otros que son tan importantes o más.
  • El tamaño de estos grupos cooperativos es muy variable entre las distintas sociedades. El tamaño de una banda de forrajeros cambia también dependiendo de la época del año. La abundancia o escasez de alimentos y de agua explican la dispersión o el reagrupamiento de personas. Por ejemplo, entre los !kung bosquimanos la ausencia de agua da lugar a reagrupamientos en torno a las charcas.
  • La división elemental del trabajo se percibe también en las sociedades de agricultores tradicionales. Las mujeres realizan los trabajos que requieren menores inversiones en energía física, aunque las tareas de estas últimas suelen precisar un tiempo de desarrollo mayor. También hay preferencia, regularmente, por unir en la mujer el trabajo del espacio doméstico con los trabajos agrarios secundarios: la crianza de los hijos y la molienda rudimentaria del grano. Algunas tareas que requieren menor fuerza física son realizadas por hombres y mujeres según las culturas, e incluso según las épocas del año, atendiendo a criterios muy variados.
  • En el caso de las sociedades de pastores, los hombres se ocupan a menudo de los animales más grandes, sobre todo de las tareas que requieren mayor fuerza. Sin embargo, hay roles ganaderos muy cambiantes, como por ejemplo el ordeño. Este último no es raro que sea llevado a cabo por mujeres.
  • También se observa que los trabajos especializados en muchas sociedades, con más razón cuando es más simple la organización, no se realizan a tiempo total, como en las sociedades complejas. En las sociedades tradicionales los especialistas artesanos lo son a tiempo parcial, de modo que sólo practican la artesanía cuando la dedicación a las tareas agrarias lo permite. 
  • La especialización se ha incrementado hasta extremos inimaginables en las modernas sociedades complejas, en las cuales las dificultades de las tareas y la productividad llevan aparejada una minuciosa cualificación. Así se explica que la especialización en nuestras sociedades haya devenido en una permanente modificación del estatus: riqueza, prestigio y poder. 
  • Las modernas sociedades complejas, nacidas del capitalismo y de la industrialización, aunque en la actualidad se hallen en fase postindustrial, se caracterizan por la existencia de un liderazgo, también complejo y cambiante, contrapesado con numerosos controles. 
  • Otra particularidad de nuestras modernas sociedades complejas, surgidas de las circunstancias que se acaban de señalar, es la existencia del contrato de trabajo que ata a los empresarios y a los trabajadores, de acuerdo con el cual éstos saben, al menos, cuánto tienen que trabajar, cuándo deben trabajar y cómo deben trabajar. El trabajo se compra y se vende por unidades que, ocasionalmente, pueden ser mínimas.

  

3.6.3 El estímulo hacia el trabajo

  • En todas las sociedades las personas trabajan en una escala que va desde las consideradas muy activas y diligentes hasta las menos laboriosas. En general, se observa que las personas más trabajadoras son mejor valoradas socialmente, al revés de lo que sucede con las holgazanas. De hecho, también por regla general, la socialización de las personas suele acompañarse del aprecio hacia los valores que ensalzan el trabajo.
  • Un ejemplo de la valoración positiva que suscita la laboriosidad lo tenemos en el big man de las sociedades de Nueva Guinea, que a menudo se esfuerza por aparentar, al menos, ser persona trabajadora. Pero en otras sociedades, los aspirantes al liderazgo hacen lo propio.
  • Ciertamente, sin embargo, que una sociedades son mucho más tolerantes que otras con los holgazanes. En las modernas sociedades occidentales la holgazanería se asimila con el desvalor, y hasta existe, o ha existido, en algunos Estados, legislación inflexible hacia quienes rechazan el trabajo en sociedades de signo político muy diverso. Por el contrario, en las sociedades igualitarias de los forrajeros existe, generalmente, una cierta comprensión con la holgazanería aunque, a cambio, los perezosos no participen en el reparto del botín diario en las mismas condiciones que los cazadores más activos, sino en otras menos favorables.
  • También es evidente que en la mayor parte de las sociedades no sólo se presenta al trabajo como un valor, sino que se fuerza al individuo a que trabaje, incluso sin contraprestación a cambio. En las sociedades esclavistas el ser humano tan sólo recibía lo necesario para seguir trabajando, en forma de comida y de vestido (recuérdese que la abolición de la esclavitud se produjo en los países occidentales en el siglo XIX y en algunos no occidentales en el siglo XX), pero en otras sociedades existen condenas que convierten al trabajo en una obligación imperativa y gratuita por su propia naturaleza. 
  • Ahora bien, existen formas de trabajo forzado que pasan más desapercibidas en nuestras sociedades. Así sucede con los trabajos propios del servicio militar obligatorio. Pero, incluso, hay trabajos forzados universales, en nuestras propias sociedades, como son los debidos a los tributos. El ciudadano tributa con una parte del trabajo que realiza en beneficio de alguna de las Administraciones del Estado. 
  • Antes habíamos visto como algunas de esas obligaciones propias del trabajo forzado pueden ser impuestas por los particulares, como era el caso de las sociedades esclavistas. Pero aunque la esclavitud haya sido abolida, todavía muchos particulares a través de los contratos obligan a la otra parte a satisfacer rentas extraordinariamente onerosas, en forma por ejemplo de aparcerías. Más aún, algunos particulares, al margen de la legislación, y conviviendo, por tanto, con el delito, pueden obligar a otra persona a cumplir con obligaciones que suponen la detracción injusta de un porción, mayor o menor, del trabajo que realizan.
 
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 3.6.4 Los modos de producción

  • Al igual que sucede con el concepto de medio de producción, también el de modo de producción procede de los análisis de la sociedad introducidos por Marx. Su utilidad reside en que, gracias a él, podemos concretar la forma en que una sociedad realiza su producción mediante la identificación con una serie de modelos preestablecidos, los cuales lejos de ser muy numerosos, lo cual oscurecería la visión, son tan sólo unos pocos. La interpretación de Marx y de Engels en La ideología alemana (1845) y de Marx en el Manifiesto Comunista (1948), posteriormente superada, consistió en suponer que los modos de producción eran estadios de la evolución que rígidamente se iban sucediendo, de acuerdo con el desarrollo de las fuerzas productivas y la existencia de unas relaciones de producción concretas. Para ello, Marx partió de la abundante información contenida en las obras de A. Smith, D. Ricardo, T. Malthus y otros.
  • Entendemos por modo de producción la forma en que una sociedad organiza su producción. Esta organización se logra a partir de unas relaciones de producción que organizan la mano de obra y los medios de producción de formas concretas y variables según las sociedades, pero sin que obedezca a una sucesión rígida de criterios. La aproximación en la concepción del modo de producción hace análogas a las sociedades, lo cual es útil a la hora de realizar una tipología. 
  • Los modos de producción originariamente identificados por Marx (primitivo, esclavista, feudal, capitalista y comunista, a los que añade posteriormente el asiático en Formaciones económicas precapitalistas, 1858) no son exactamente los que se suelen emplear en los análisis actuales de las ciencias sociales, aunque es innegable su inspiración. Las diferencias entre ellos son muy notables y, así, mientras que en algunos de estos modos de producción la tierra carece de valor de compraventa, en otros, como en el modo de producción capitalista dominante en el mundo actual puede llegar a ser muy alto. Lo dicho para la tierra sirve, igualmente, para la fuerza de trabajo.
  • Como ejemplo del problema que suscita el uso rígido de los conceptos de Marx, cuando habla del modo de producción primitivo se está refiriendo a una concepción en la cual existe lo que él llama propiedad colectiva de la tierra. La teoría antropológica sostiene desde hace mucho tiempo que el concepto de propiedad es ajeno a las sociedades primitivas, y por ello también el de “propiedad colectiva”. Por el contrario, sí cabría hablar de uso colectivo de la tierra en las sociedades primitivas.
  • En el sistema capitalista de producción, o en el modo de producción capitalista como se expresa en términos marxistas, los valores de las cosas vienen dados, casi exclusivamente, por la oferta y la demanda que se convierten en motores del mercado y, por tanto, del movimiento económico. Marx se refirió a este hecho con la metáfora del fetichismo de la mercancía (las mercancías, tras ser producidas se independizan en el mercado de los individuos que las producen). 
  • Merece la pena traer a colación el caso de los campesinos cuya producción supone una parte importante de los bienes que se generan en muchas economías actuales, especialmente de Iberoamérica, Asia y África. El característico modo de producción que está presente entre los campesinos, basado en la subsistencia, sería ajeno al modo de producción capitalista, tal como se viene poniendo de relieve desde la publicación de la obra de A. Chayanov La organización de la unidad económica campesina (1925), y aún desde mucho antes.
  • La singularidad de los campesinos y de su modo de producción fue objeto de un interesante análisis en la obra de E. Wolf, al mostrar que los mismos producen más que para la simple subsistencia, que el autor concreta en una serie de fondos (de reposición, de renta, ceremonial) que le obligan a pone en el mercado una parte de la producción. 
  • En la actualidad no sólo se habla de modos de producción con denominaciones muy variadas sino que, desde el punto de vista antropológico, se piensa que el entorno y los recursos pueden condicionar las estrategias productivas que devienen en modos de producción concretos. También se piensa que la suma de innovaciones da como resultado la progresiva modificación del modo de producción. 

 

Última modificación: miércoles, 21 de junio de 2017, 13:37