• Durkheim representa la quiebra de la vieja idea de que la religión es una manifestación arcaica de la cultura, en oposición a lo que había sido una línea dominante en la filosofía y en la sociología francesas, y que tan nítidamente se evidenciaba en el pensamiento de Comte. Por tanto, Durkheim abrirá nuevas vías en la comprensión del fenómeno religioso. 
  • Para Durkheim, dado que el fenómeno religioso es universal, la religión debe reportar utilidades a los seres humanos. En este sentido, comienza por refutar las ideas previas de que la religión sea expresión de atraso. En consecuencia, Dukheim se aparta de la pretensión de estudiar los orígenes de la religión en el pasado que, por otro lado, generaba escaso rendimiento científico, para centrarse en el significado y en las utilidades de la religión para los pueblos y los individuos.
  • Durkheim abre un camino que se revelará acertado con posterioridad, consistente en encuadrar las creencias en general, y la religión en particular, en el dominio de lo sagrado, frente al otro gran dominio de los humanos que es el de lo profano. Lo sagrado representa lo puro, lo santificado. Incluso lo profano puede convertirse en sagrado, gracias al ritual. 
  • En suma, Durkheim cree que las creencias deben estudiarse por la vía positiva antes que por la vía especulativa de las suposiciones. Es el primer pensador que está convencido de que las creencias pueden estudiarse, como otros aspectos de la cultura, por medio de la observación y de la argumentación posterior que conduzcan al establecimiento de tesis. ¿Cómo es posible que las creencias sean observables? Las realmente observables, a juicio de Durkheim, son las manifestaciones de las creencias y de la religión, es decir, las actitudes, los comportamientos, los ritos, etc. Efectivamente, la religión, como sistema de creencias se aprehende no directamente sino indirectamente, a través de sus manifestaciones más nítidas y universales, esas que llegan a nosotros a través de los sentidos.
  • Es así que Durkheim decide estudiar la religión en las sociedades de su tiempo, centrándose para ello en sociedades simples, “primitivas”, donde las manifestaciones de las creencias son menos complejas. A pesar de que él no realizó trabajo de campo en estas sociedades, el grupo privilegiado en sus análisis fue el de los aborígenes australianos. Al estudiar el clan y el tótem del clan, se da cuenta de que las creencias entre los aborígenes funcionan como una expresión de la solidaridad del grupo, como elemento de identidad.
  • En Las formas elementales de la vida religiosa (1912) hallamos un enfoque del mundo de las creencias que es distinto del de sus predecesores. Durkheim  discute, primordialmente, por qué existe la religión. Ni siquiera cree que se pueda discutir acerca tan sólo de las creencias, cuando se habla de religión, teniendo en cuenta que ésta constituye un ámbito específico: son también prácticas y actitudes que forman parte de lo que Durkheim encuadró en el dominio de lo sagrado, cuya existencia está presente en todas las culturas. De hecho, la universalidad de la religión no está definida tanto por las creencias en la trascendencia como por la existencia universal del doble dominio de lo sagrado y lo profano.
  • Las prácticas mágico-religiosas no son más que manifestaciones complementarias de un mundo de creencias cuya aproximación entraña dificultades para el estudioso. Sin embargo, algunas de estas prácticas, y singularmente las de la religión, nos proporcionan una imagen expresiva de la vida social, acaso mucho más que las de la magia, según pensaba Durkheim, debido a la prioridad individual, antes que social de estas últimas.
  • Durkheim no pudo zafarse por entero de las especulaciones evolucionistas de su tiempo. Y en Las formas elementales de la vida religiosa llegó a teorizar con la idea de que la magia habría precedido a la religión y que aquélla, a su vez, habría tomado prestadas, con posterioridad algunas actitudes y creencias de la religión. Para alimentar su teoría, Durkheim tomó como referencia el caso de los aborígenes australianos, acerca de los cuales reunió una voluminosa información. Recurrió a una cultura “primitiva” en todos los órdenes, pensando que las manifestaciones más simples de las creencias se daría en sociedades arcaicas y simples. La hipótesis, que no era acertada, contribuyó sin embargo a estimular su investigación y a indagar en las creencias.
  • Una de las conclusiones de Durkheim a propósito de las ceremonias sagradas no pudo ser más estimulante. Las ceremonias religiosas alimentan la identidad grupal y alientan la solidaridad, hasta el extremo de que lo religioso sería una nítida expresión de lo social. Justamente, este hecho es definitorio de la obra de Durkheim: la religión es más relevante en su dimensión social que en su dimensión individual (al revés que la magia).
  • Max Weber, contemporáneo de E. Durkheim fue, asimismo, innovador en el análisis de las creencias en general y de la religión en particular, aunque la perspectiva del primero fue bastante distinta de la del segundo. Con Weber, las creencias son elevadas a una dimensión desconocida hasta entonces. Son ellas las que pueden explicar la existencia de sistemas económicos y políticos de diversa índole. Esto, que hoy nos parece indudable, no lo era aún de una manera tan clara a comienzos del siglo XX, cuando Weber publicó La  ética protestante y los orígenes del capitalismo (1904-1905).
  • Curiosamente, Weber adopta una metodología de estudio bien distinta de las utilizadas por los antropólogos y sociólogos de su tiempo. Su método fue comparativo y consistió en establecer analogías entre las religiones orientales, a las que añade posteriormente las cristianas e islámicas. Sabemos que, con ello, Weber buscaba la individualización de lo que denominó con el nombre de “tipos institucionales ideales” que sirvieran mejor a su perspectiva comparativa: las diferencias entre las culturas se hallan en sus instituciones, en sus personalidades y en sus estilos.
  • Es así como Weber llega a la conclusión de que la religión no es ni más  ni menos que una expresión más de la cultura y de la sociedad. A medida que cambian éstas, cambian también las creencias. Cuando se producen innovaciones radicales, los cambios acaban por introducir hondas transformaciones en las creencias y en la religión, y con ellas en las normas y en los valores reinantes. De hecho, todas las religiones viven en una permanente transformación que alimenta la existencia de disidencias y de nuevas orientaciones por parte de los grupos que las profesan.
  • La influencia de Durkheim en los funcionalistas ingleses fue extraordinaria, lo cual explica la existencia de una cierta continuidad entre uno y otros. Ahora bien, la diferencia entre ellos es fundamental. Mientras aquél no realizó trabajos de campo en las sociedades que tomó como referentes de sus investigaciones, tanto Radcliffe-Brown como Malinowski optaron por poner a prueba las teorías existentes sobre las creencias en las sociedades exóticas que investigaron. En el caso de Radcliffe-Brown, uno de sus estudios más profundos es el que llevó a cabo en el archipiélago de Andamán, mientras que Malinowski centró sus investigaciones de campo en las islas Trobiand.
  • Sabido es que la teoría de Radcliffe-Brown es que la tarea del investigador consiste en determinar la función de cada una de las partes de la cultura, de modo que no es distinto el análisis de las funciones de las creencias en el seno de las culturas. Según el famoso antropólogo inglés (Los isleños de Andamán, 1922; La organización social de las tribus australianas, 1931), la función del ritual no puede ser otra que la de fundir a los individuos en un cuerpo social, de modo análogo a como lo había pensado Durkheim. La propia organización de las creencias está muy influida por la concepción social, de manera que las creencias funcionan como actualizadoras de los principios sociales.
  • Malinowski, que no estaba lejos de esta percepción, se nos presenta con algunas diferencias. Según él, las creencias tienen sus propias finalidades (Magia, ciencia y religión, 1948). La diferenciación conceptual que introdujo el autor anglo-polaco ha sobrevivido al tiempo con cierta robustez, a pesar de lo discutibles que puedan resultar sus apreciaciones. Es más, Malinowski traza uno de los análisis más rigurosos de cuantos se han hecho de las diferencias entre la magia, la religión y la ciencia, el cual trascendió el contexto antropológico para alcanzar a la sociología, la historia y otras ciencias sociales.
  • Malinowski es también riguroso cuando busca explicaciones a la existencia de la magia y de la religión. Son mecanismos socialmente indispensables para satisfacer necesidades concretas, y lo hacen de manera diferente, aunque tal vez complementaria. Ahora bien, mientras los actos mágicos intentan solucionar algo directamente, con la sola intervención del especialista, los rituales religiosos no: la solución, en este caso, queda a voluntad de los dioses.
  • Para Malinowski no hay duda de las importantes funciones del ritual religioso: alivia tensiones, crea emociones, propicia encuentros, rememora valores, etc. Pero tampoco de las funciones propias de los actos mágicos, lo cual explica que unos y otros convivan, lejos de la vieja idea de que la religión trasciende a la magia y es incompatible con ella. Más aún, concluye que la religión y la magia son inseparables de la economía y la política, a partir de los sobrados ejemplos que utiliza.

Última modificación: viernes, 23 de junio de 2017, 08:38