Durante mucho tiempo, la magia fue concebida como precedente de la religión. Los antropólogos evolucionistas supusieron que las sociedades están dominadas en sus orígenes por un estadio mágico, el cual trascienden progresivamente, a medida que van dejando atrás su arcaísmo inicial. El esquema evolucionista, cuyo origen es bien perceptible en la Ilustración, aunque es simplista, reproduce una teoría y, por supuesto, contribuyó a estimular el nacimiento de otras teorías. También está presente en Durkheim, en Mauss, en Hertz y en otros en alguna medida, aunque ninguno de éstos pueda ser calificado como evolucionista.

  

6.4.1 La magia

  • El esquema evolucionista fue construido por estos intelectuales occidentales a partir de una percepción de superioridad. Si sus conocimientos científicos los habían encumbrado y los distinguían, era debido al éxito con el que habían recorrido un largo camino pre-científico, dominado por la religión y más primitivamente por la magia. Los científicos occidentales daban así una prueba más de su orgullo.
  • A pesar de que en la actualidad no resulta asumible la teoría de la continuidad, aquélla que defendía que la magia precede a la religión, sino que se piensa que una y otra, junto con la ciencia, conviven, los avances introducidos por algunos evolucionistas siguen constituyendo una referencia inexcusable en el estudio de la magia y de la religión. Existe el convencimiento de que la magia y la religión remiten a formas de comportamiento, generales en las culturas, que guardan una estrecha relación con la percepción de lo trascendente, de lo incontrolable.
  • ¿Por qué se produce la coincidencia perceptiva y empírica de la magia y de la religión, e incluso de la superstición, en el mismo campo del comportamiento humano? Parece que este tipo de creencias y de experiencias poseen su propia lógica, pero no se trataría de una lógica racional, sino de una lógica emocional o simbólica que, en todo caso, es distinta de aquélla. De ahí que los primeros antropólogos apreciaran una clara diferencia entre la ciencia y las manifestaciones mágicas y religiosas, no pudiendo evitar su ordenación con criterios que ellos estimaban científicos.  Con todo, quizá la gran equivocación de estos científicos consistió en no percibir, a partir de la comparación intercultural, que en todas las sociedades se da la convivencia de estas formas de pensamiento, las cuales a menudo se hallan entreveradas.
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Chamán indio. Grabado de G. Veen a partir de una acuarela de John White. Editada en 1590. Licencia: Dominio Público
 
 
  • Fue Frazer (La rama dorada, 1890), uno de los investigadores que con más intensidad teorizó a finales del siglo XIX y principios del XX, acerca de la magia, sirviéndose para ello del paradigma evolucionista. Él pensaba que las sociedades recorrían sucesivos estadios evolutivos, de forma que según iban mejorando sus conocimientos e iban hallando explicaciones causales, abandonaban el estadio precedente, hasta llegar, por último, a la ciencia. La magia, en la idea de Frazer, era una protociencia en tanto que permitía establecer una aparente relación entre la causa y el efecto.
  • Dos serían los principios fundamentales que rigen la magia, según Frazer. El primero viene dado por la llamada ley de semejanza: lo semejante causa lo semejante, o los efectos se asemejan a las causas.  Este principio alimenta una magia que el propio Frazer denomina imitativa u homeopática. El segundo principio, dado por la ley del contacto, es que las cosas que estuvieron en contacto físico continúan interactuando entre sí una vez que se separaran, dando lugar a la magia contaminante o contagiosa. Son los dos principios de la llamada magia simpática, que Frazer atribuye al efecto de un conjunto de leyes espuriass.
  • Como tantas veces sucede en la historia de las ciencias, los protagonistas de la magia no conocen, por lo regular, la existencia del término que clasifica su actividad. El término fue utilizado por los intelectuales occidentales para encuadrar las creencias de otras sociedades, puesto que en la suya propia no hallaron la presencia de la magia. A los protagonistas de la magia, los denominaron magos, recuperando así la palabra utilizada por los griegos para denominar a los sacerdotes de las religiones iranias, consideradas por los helénicos como exóticas y extrañas.
  • El mago es un experto que practica la magia, gracias a la convicción existente en él de que cuando sus actos se ajustan a una serie de pautas resultan eficaces. Evidentemente, el mago es un producto de su cultura, de modo que no sólo cree éste en sus prácticas sino que también cree en ellas la comunidad en la que el mago es protagonista. El mago pone su técnica, desarrollada conforme a pautas concretas, al servicio de unos objetivos. También posee un poder, bien oculto o bien manifiesto, lo cual da lugar a la existencia de distintos tipos de magos.
  • Examinando las sociedades en las que la magia ocupa un lugar destacado, se percibe inmediatamente que ésta no es otra cosa que un conjunto de técnicas, llevadas a cabo mediante un procedimiento minucioso puestas al servicio del dominio de los acontecimientos. En el campo de la magia se presupone que las causas y los efectos dependen de un orden, que es el que trata de establecer el mago con sus manipulaciones. El mago, teóricamente, puede conseguir un determinado efecto, aplicándole una causa, cuya asociación forma parte de su repertorio.
  • En el ámbito de la magia, se entiende que el mundo puede ser sometido a una serie de técnicas mágicas, las cuales están en posesión del mago, voluntaria o involuntariamente. De ello no se sigue, necesariamente, que el mago no crea en un mundo en el que los seres sobrenaturales también actúan por su propia cuenta, como pensaban los evolucionistas. Por el contrario, los magos piensan que, al menos en determinadas circunstancias, es posible manipular las fuerzas sobrenaturales. Hoy no se duda de que la magia puede convivir con la religión, y de que ello es común en las culturas.

  

6.4.2 Hechiceros y brujos 

  • Una de las obras más influyentes sobre la magia fue la de E. E. Evans-Pritchard (Brujería, oráculos y magia entre los Azande, 1937). Su estudio sobre esta sociedad del Alto Nilo, extendida por el Sudán y la República Centroafricana, y por parte de la República del Congo, que le valió su tesis doctoral, siguiendo las huellas de su maestro Seligman, descubre que la  magia invade todos los intersticios de la sociedad y que sus mejores especialistas son los hechiceros y los brujos. Él mismo es consciente de que las fronteras existentes en la actividad de ambos son difusas, pero ello no le impide trazar una diferenciación.
  • La diferencia fundamental reside en que mientras los hechiceros manipulan sustancias y objetos que les resultan indispensables para ejercer su oficio, los brujos poseen un poder intrínseco y oculto. Dada la visibilidad de su oficio, los primeros son, a menudo, magos que practican una magia social o benéfica, en el sentido de que, siendo público su oficio, ponen sus conocimientos al servicio de los demás. Su magia, en la categorización occidental más típica, es clasificada como magia blanca.
  • Siguiendo con la misma clasificación etnocéntrica, los otros magos, esto es, los brujos, practican una magia invisible, lo cual explica que sean percibidos como peligrosos. Se trata de una actividad, la suya, que es antisocial y marginal, de modo que la sociedad les atribuye la causa de todos los males. También se explica que exista interés en descubrirlos. La eliminación de estos brujos es una de las formas existentes en muchas sociedades, llegado el caso, de restablecer el equilibrio social en aquellas ocasiones en las que exista incertidumbre acerca de los acontecimientos. Esta magia es tildada de “negra” en las clasificaciones más elementales.
  • Manifiesta y oculta, blanca y negra, buena y mala son los pares binomiales de opuestos que se corresponden con la magia de los hechiceros y la de los brujos. A menudo se ha pensado que este par de magos es extrapolable a otras muchas sociedades, aunque ello es discutible. Por de pronto, en África los practicantes de la magia negra son hombres, como en otras muchas sociedades. Sin embargo, la figura del brujo africano, dotado de poderes ocultos y habitantes de un submundo social, parece corresponderse en Europa con la bruja, o mujer marginal y odiada, que fue objeto de severas persecuciones durante siglos por parte de católicos y protestantes.
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Quema de brujas en una ilustración de un libro alemán de la Edad Moderna, 1533.
Licencia: Dominio Público
 
 
  • El brujo africano, como la bruja europea, son personajes débiles, que pueden ser acusados del ejercicio del mal siempre que la sociedad precise para acallar el miedo a lo desconocido. Cada vez que sucede algo inesperado, que tiene lugar el desastre inmerecido, que la enfermedad o la muerte se adueñan de alguien, el brujo, o la bruja en la tradición europea, puede ser acusado por el resto de la sociedad a partir de la simple suposición. Teniendo en cuenta que sus poderes son intrínsecos, se trata de determinar quiénes son las personas capaces de embrujar, lo cual permite acusar a los proscritos y, dando por buena la suposición que permite enlazar la causa con el efecto, restablecer el orden social. En todas las sociedades en las cuales las creencias en la magia se hallan institucionalizadas, las acusaciones de brujería conllevan durísimos castigos, y no es raro que la muerte (M. Gluckman, (Custom and Conflict in Africa, 1956).
 
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Mercado con fetiches de la práctica "vudú" en el mercado de Lomé, Togo
Foto: Dominik Schwarz, 2008. Licencia: Creative Commons Atribución - Compartir Igual 3.0
 
 
  • A pesar de que los evolucionistas, sobre todo, descalificaron la creencia por irracional, esta idea es difícilmente sostenible. La creencia en la magia posee su propia racionalidad, aunque no coincida con la usual entre nosotros. Según E. E. Evans-Pritchard, cumple con el objetivo de encontrar explicaciones causales en sociedades que están necesitadas de encontrarlas. Más todavía, es preciso resaltar el pragmatismo que recae en la magia: de no existir, las personas quedarían indefensas ante las situaciones de crisis social. Constituye un alivio seguro, por ejemplo, frente a pestes, hambrunas, etc.

  

6.4.3 La adivinación

  • Las creencias también se hallan muy asociadas con la adivinación y, en las sociedades donde la magia ocupa una situación muy relevante, es frecuente que hechiceros y brujos se ocupen de la misma. En ocasiones, los líderes cuentan con adivinos encargados de facilitarles información sobre los enemigos o sobre el futuro. Estos adivinos que sustentan el ejercicio de su oficio en la magia, y dado que ésta comporta una técnica, someten sus prácticas a unas pautas que, por lo general, son muy precisas.
  • En las sociedades africanas, igual que en otras muchas, hay dos oficios institucionalizados a propósito de la adivinación. Son el medium y el adivino propiamente dicho. Volvemos a lo que dijimos en otro lugar, y es que la frontera entre unos y otros puede ser difusa o inexistente, y en ocasiones se trata más de una distinción etnocéntrica que otra cosa, puesto que todo el fenómeno de la adivinación en las sociedades africanas se halla unido a la brujería, genéricamente entendida. De nuevo hemos de recurrir a E. E. Evans-Pritechard y a su obra Brujería, oráculos y magia entre los Azande, 1937
  • El medium es un individuo que tiene la facultad de hablar con personas que, estando ausentes, conocen la respuesta a sus preguntas. Su personalidad aparenta estar un tanto disociada, de forma que su voz parece extraña, cual si no hablara por sí. Parece como si recibiera instrucciones procedentes de otro lugar y de otro tiempo.
  • Por el contrario, el adivino no disocia su personalidad ni participa de estado de trance alguno. Se limita a manipular objetos en los cuales halla reglas o pautas que le permiten ofrecer una respuesta. Por tanto, el fenómeno de la adivinación cae bajo las actividades de estos especialistas, cumpliendo así con una función importante en estas sociedades. Del adivino y del medium depende, por ejemplo, el hecho de hallar al culpable de lo inesperado, al causante del embrujo.
  • Estos especialistas atienden a su clientela, por lo regular, en una consulta oral, que recibe el nombre de oráculo. Generalmente, después de varias sesiones, el medium o el adinivino está en condiciones de ofrecer un resultado. Entre los adivinos es muy frecuente el uso de objetos como el “bastón frotador” y otros. La práctica se acompaña siempre de frases a veces ininteligibles, y siempre muy pautadas.
  • El medium presenta una diferencia cualitativamente importante, cual es la de pasar a hablar en trance. Es frecuente que, aunque su práctica haya pasado por un aprendizaje, poseyera condiciones previas para realizar el oficio. Determinados indicios en el transcurso de la infancia los convierten en candidatos.
  • En las sociedades donde la magia y la adivinación ocupan un lugar importante el trabajo de los adivinos es insustituible. Cuando la persona sufre un revés en su trayectoria vital, como la enfermedad, necesita indagar para saber dónde ha estado su error, de manera que no tiene otra alternativa que acudir al especialista.
  • La mayor contrariedad de la persona tiene lugar cuando el especialista no es capaz de hallar la causa de su problema, puesto que puede deducirse que su situación no es producto del castigo sino de la acción de un brujo o de algún espíritu maléfico. A partir de este momento la indagación trata de buscar al verdadero culpable, que habrá de responder por su acción. La localización depende de la voluntad o de la capacidad del especialista en la adivinación.
  • Realmente, el medium y el adivinador están también presentes en las sociedades occidentales, aunque su papel esté lejos de la institucionalización característica de las sociedades africanas. Sin embargo, individualmente, estos especialistas también poseen determinadas funciones entre su clientela.
  • Por otro lado, puede colegirse fácilmente, ya que la adivinación está vinculada a las creencias, pero no sólo de tipo mágico, sino también de tipo religioso. De hecho, una vez más hay que recordar que la frontera entre las unas y las otras es difusa.
Última modificación: viernes, 23 de junio de 2017, 08:45