• Los procesos de cambio que afectan a la cultura no son ajenos a la religión, en cuanto parte de aquella. En la historia y en el presente hay numerosos ejemplos de sincretismos que son el resultado de los cambios que se han introducido en determinadas culturas. Algunos de estos sincretismos poseen unas características coincidentes entre sí que permiten que sean clasificados en una misma categoría, aunque bajo diversos nombres. Este es el caso, por ejemplo, de los  cultos milenaristas, mesiánicos o revivificadotes. Sin embargo, no es necesario que entren religiones distintas en contacto, sino que los cambios en la cultura, en general, pueden provocar actitudes milenaristas en la religión. Los casos más conocidos se refieren al mesianismo ligado a distintas religiones cristianas.
  • El mesianismo descansa sobre la creencia de que el reino de los cielos resplandecerá sobre la Tierra de manera inmediata. En Europa el milenarismo tuvo su momento álgido en los siglos XI y XII, cuando se propagó la idea de que el final del mundo estaba cerca y que, por tanto, era inminente la llegada del reino de los cielos. El mito, como sucedió entonces, se acompaña a menudo de la irrupción de ritos de revitalización de mayor o menor intensidad.
  • Dado que la llegada del nuevo reino encierra una idea de felicidad eterna, el milenarismo se acompaña de impaciencia, tanto mayor en lugares del mundo en los que la pobreza, la enfermedad y las malas condiciones de vida son una evidencia. De hecho, en la Edad Media europea el movimiento milenarista tuvo importantes repercusiones entre los grupos más modestos. Sin embargo, y teniendo en cuenta que el reino de Dios representa una esperanza de orden superior, los movimientos mesiánicos han brotado en lugares muy diversos del mundo.
 
 
Los cuatro jinetes del Apocalipsis.
Beato de la Universidad de Valladolid, siglo X. Biblioteca de la Universidad de Valladolid. Ms 433 (ex ms 390) fº 93.
Licencia: Dominio Público
 
 
  • La antropología social ha tenido la oportunidad de estudiar desde finales del siglo XIX algunos de los movimientos milenaristas más característicos, y los cuales se han prolongado en el transcurso del siglo XX en algunos casos. Son bien conocidos los casos del Pacífico Sur, donde las religiones tradicionales habían entrado en contacto con religiones cristianas. Sin embargo, teniendo en cuenta que la idea de la llegada del último día es tan común en muchas religiones, las de los indios norteamericanos y otras no han estado exentas de la influencia del nativismo milenarista.
  • Melanesia, y el Pacífico Sur en general, vivió un momento de intenso milenarismo en los últimos años del siglo XIX y en los primeros del XX. En las distintas islas se utilizaron diferentes estrategias para atraer a los nativos a las nuevas religiones que, mayoritariamente, eran protestantes cristianas. Una de estas estrategias consistió en repartir alimentos y otros bienes que llegaban en los barcos occidentales. Este hecho derivó en el nacimiento un mito entre los nativos consistente en suponer que sus antepasados harían posible que ellos, los vivos, disfrutaran del arsenal de riquezas que en aquel momento sólo poseían los occidentales. Estas riquezas llegarían a sus islas en barcos cargados de bienes y regalos que les reportarían una espléndida felicidad. Esta esperanza era propiciada mediante cultos que son conocidos como “cultos cargo” o “cultos cargamento”.
  • Uno de los primeros ejemplos de “cultos cargo” son los de la Bahía de Milne desarrollados en torno a 1893, cuando el profeta Tokerau anunció un cataclismo aterrador y la llegada de un barco con todos los antepasados. Aunque este movimiento acabó con la rebelión de sus seguidores defraudados, no sucedió lo mismo en otros casos. La abundancia y la calidad de los bienes que habían ido recibiendo de manos de los occidentales, gracias a los misioneros, les parecían sobrenaturales y las asociaban a lo que recibirían en un futuro por vía de los antepasados.
  • Los mitos milenaristas no sólo contemplaban a los pobres convertidos en ricos. En algunas islas también floreció el mito de que los nativos convertirían su piel oscura en otra clara como la de los blancos. Nótese que el choque de culturas había provocado una desestabilización colectiva en el Pacífico Sur que tuvo repercusiones de todo tipo, generalmente canalizadas a través de las creencias sincréticas, muy contradictorias, que la prédica misionera había implantado.
  • Son muy numerosos los casos de los cultos milenaristas en las islas de Melanesia. En Bahía Buney el profeta Buninia vio supuestamente en sueños a su padre difunto comiendo con otros espíritus abundantes cantidades de taro, que era el mayor deseo de los nativos. El culto al taro prendió de inmediato, mediante ritos que propiciaban la fertilidad de las cosechas y el curanderismo asociado al taro. Aunque en este caso no había cataclismo final, como en el caso de la Bahía de Milne, sí se anunciaba la llegada de un tiempo nuevo y feliz.
  • La crisis provocada en las sociedades amerindias norteamericanas por la aculturación que siguió al nacimiento de los Estados Unidos de América dio lugar a diversos episodios milenaristas. Uno de éstos fue el que hizo eclosión en 1870, cuando un profeta de los indios Paiute de Nevada predijo que se iba a producir un cataclismo y a continuación el retorno de los espíritus de los antepasados, al tiempo que desaparecerían los hombres blancos, si bien las riquezas de éstos pasarían a los primeros.
  • El culto al que dio lugar el mito del retorno de los antepasados de los Paiute se plasmó en la danza de los espíritus, con la que se intentaba propiciar el inmediato retorno de los antepasados de los creyentes. La danza de los espíritus se extendió entre diversos grupos de indios americanos y en unos pocos años llegó hasta California. En 1890, con algunas variantes, retoñó de nuevo el mito, de manera aún más espectacular, alcanzando a los Shoshone, Sioux, Cheyennes y otros. 

Última modificación: viernes, 23 de junio de 2017, 09:03