• El uso analítico del concepto de género, tal como lo empleamos en este texto, es común desde hace algunos años en todas las ciencias sociales, y por influencia de éstas en las humanas. En antropología es un concepto muy conocido desde hace largo tiempo. La razón se halla en que, como se ha visto en un tema precedente, el tema se introdujo por vía de los estudios del culturalismo norteamericano de Margaret Mead en los años veinte del siglo pasado, hasta el extremo de que puede ser considerada una pionera en el uso del término. Contra la suposición habitual de que el sexo determinaba, de manera innata, las actitudes de los seres humanos, ella sugirió que las conductas de los mismos eran muy variadas dependiendo de las culturas. Margaret Mead, que fija su mirada, siendo aún muy joven, en este tema, cuando publica el resultado de su controvertido trabajo Adolescencia, sexo y cultura en Samoa (1928), profundiza en el mismo unos años más tarde, en su célebre trabajo Sexo y temperamento en tres sociedades primitivas (1935), y pocos años después hace uso del concepto de género para llevar a cabo sus análisis. 
  • En antropología el empleo de la noción de género no ha cesado desde entonces, aunque es evidente que a lo largo de la segunda mitad del siglo XX el uso de la misma se fue incrementando sin parar. Desde la antropología, el concepto pasó primero a la psicología, y progresivamente a la sociología y a todas las ciencias sociales, la cuales lo convirtieron en un concepto de referencia. Debido a que el concepto de género nace en un contexto reivindicativo, a cargo de mujeres que se incorporan al estudio de las ciencias, ha sido muy común, desde el mismo nacimiento del concepto, que éste sea asociado con el género femenino. Poco a poco, la investigación sobre el género se ha convertido en un fértil campo de estudio, en el cual y sobre el cual han proliferado los debates y las críticas, que es rotulado con los títulos de Gender Studies o, con un sentido más amplio, de Women’s Studies.
  • Ha pasado el tiempo y, aun considerando que el concepto de género es de uso extendido, mucha gente todavía sigue pensando que lo masculino y lo femenino marcan actitudes innatas. Realmente, es fácil llegar a esa conclusión, sabiendo que en todas las sociedades conocidas hay diferencias entre mujeres y hombres. Aquéllas y éstos asumen papeles diferenciados, de acuerdo, generalmente, con lo que se espera de su condición sexual. En todas las sociedades hay alguna división sexual del trabajo, incluidas nuestras modernas sociedades, en las cuales, sin embargo, las diferencias se han reducido sustancialmente. Ahora bien, de lo dicho no se debe deducir una explicación evolucionista, sino que, muy al contrario, y como veremos en este tema, entre las sociedades tradicionales se cuentan algunas de las más igualitarias por razón de género. 
 
Última modificación: viernes, 23 de junio de 2017, 09:05