La lengua latina no tuvo una forma única e inmutable desde su nacimiento hasta su desaparición, sino que fue desarrollándose con múltiples variaciones. Éstas pueden ser analizadas desde tres perspectivas: cronólogica, geográfica y sociológica.

 

1. Variaciones cronológicas o diacrónicas

Toda lengua se transforma con el paso del tiempo. Respecto al latín, hay que precisar si se trata del latín hablado o del escrito. El primero nos es desconocido e inaprensible pero, por los resultados, las lenguas romances, deducimos que fue experimentando una evolución profunda, permanente y acelerada, en particular tras las invasiones de los bárbaros. En cambio del latín escrito poseemos suficientes testimonios de todas las épocas, en los que se aprecian variaciones, pero casi nunca dependientes del paso del tiempo, sino de cambios de moda estilística, de nivel cultural, etc. Por ello ocurre, p. ej., que el latín escrito durante el Renacimiento (ss. XV-XVI) se parece más al latín clásico que al de la época que le precede, el latín medieval.

A pesar de todo, es habitual utilizar una clasificación del latín escrito que se atiene en parte a criterios cronológicos, pero, sobre todo, estilísticos:

doce-tablas Latín arcaico. Desde los orígenes (año 600 a. C., circa) hasta el s. III a.C. Solamente tenemos inscripciones: fragmentos de cantos rituales y de fórmulas legales, como el Canto de los Fratres Arvales y la Ley de las XII Tablas (de finales del s. V); y Actas oficiales como el Senatus consultum de Bachanalibus, del 186.
Plautus Latín pre-clásico (ss. III-I a.C.). Comienzos de la poesía con Livio Andrónico, esclavo griego que tradujo al latín la Odisea, Nevio y Lucilio; la prosa de Catón; y las comedias de Plauto y Terencio.
horacio Latín clásico. Desde el s. I a.C. al año 14 d. C. Edad de oro de la literatura latina. A él pertenecen eximios poetas como Catulo, Lucrecio, Virgilio Horacio, Ovidio, Tibulo y Propercio; y los prosistas César, Salustio, Cicerón y Tito Livio.
tacito Latín post-clásico (ss. I-II d.C.). Edad de plata. Los escritores más destacados fueron Tácito, Plinio el Joven, Séneca, Marcial, Lucano, Quintialiano, Apuleyo y Juvenal.
boecio Latín tardío (del año 200 al 600). Los autores más ilustres fueron Boecio, Amiano Marcelino, Claudiano y Ausonio.
Tiffany_Window_of_St_Augustine_-_Lightner_Museum Latín cristiano. Desde finales del s. II hasta el s. VI. Cronológicamente es paralelo al latín tardío, pero representa una forma particular del latín utilizado por los autores cristianos. Los más notables son Tertuliano, Cipriano, Lactancio, Jerónimo, Ambrosio de Milán y Agustín de Hipona.
tomas-aquino Latín medieval (del año 600 al s. XIV).
petrarca Latín humanístico (ss. XIV-XVI).

 

2. Variaciones geográficas o diatópicas

Cuando una lengua penetra y se difunde en amplios territorios, tienden a desarrollarse en ella las modalidades llamadas “dialectales”. Se supone que el latín, al entrar en contacto con tantas lenguas tan diferentes en las numerosas provincias del Imperio, se rompió inevitablemente en dialectos regionales. Como las variaciones serían sobre todo fonéticas, no tenemos testimonios directos de ellas, sólo indirectos, como p. ej. las alusiones que hacen los escritores romanos a las formas de expresarse los habitantes de las provincias (sermo peregrinus). Hubo, pues, frente al latín propiamente romano otras modalidades regionales del latín: itálico, gálico, hispánico, africano, etc.

previo-imperio

Mapa del Imperio Romano en su máxima extensión

 

3. Variaciones sociológicas o diastráticas

Las comunidades que hablan una lengua nunca son totalmente homogéneas, sino que existen en ellas estratos y grupos marcadamente diferenciados que determinan especiales variaciones lingüísticas:

  • La diversidad sociocultural determina modalidades cultas frente a vulgares (sermo urbanus/sermo rusticus).
  • Las diferencias laborales y profesionales hacen que se desarrollen las jergas.
  • Existen además variedades motivadas por las diferentes situaciones de elocución (solemnes o coloquiales).
  • Variedades que dependen de los diferentes medios de comunicación (modalidad oral o escrita).
  • Variedades según los distintos tipos de discurso (modalidades científico-técnicas y literarias).

Todas estas variaciones existieron sin duda en la lengua latina, pero no sabemos casi nada de algunas de ellas por haber desaparecido la modalidad oral, que era la única en que se expresaban. En cambio conocemos suficientemente las que suelen ir unidas a la modalidad escrita, p. ej. el latín literario.

a) Variaciones de habla

  • Por testimonios de los escritores latinos se descubre que en la propia sociedad de Roma había diferencias de habla. Por una parte el habla de la campiña romana (sermo rusticus), de pronunciación muy dura y áspera en comparación con la de la ciudad (sermo urbanus). En otros lugares, al no existir núcleos urbanos importantes, estas diferencias serían inapreciables.
  • Sermo cotidianus, usualis, plebeius, familiaris. Son diferentes expresiones empleadas por los escritores latinos para significar una modalidad de habla, el latín coloquial, el que utilizarían todas las clases sociales para la vida diaria, frente al latín solemne, reservado para las grandes ocasiones como las asambleas del Senado o los discursos en el foro. Así Quintiliano (XII, 10, 40) dice: sermone cotidiano quo cum amicis, coniugibus, liberis, servis loquimur (“hablamos en el habla cotidiana con los amigos, las esposas, los hijos, los esclavos”).

Hablas de grupos especiales (jergas): el latín de los soldados (sermo castrensis) y el latín de los cristianos.

Sermo castrensis. La denominación de “castrense” para referirse a la jerga de los soldados parece totalmente lógica porque el lugar más habitual para el desarrollo de expresiones “soldadescas”, burlonas y populares no era el campo de batalla, sino el ocio y la vida del campamento (castra). El latín de los soldados no es el latín del ejército o latín militar, expresiones que hacen referencia al vocabulario técnico del ejército, a los términos oficiales y reglamentarios para designar el material militar, cargos castrenses, voces de mando, formas de organización, etc. El habla de los soldados es ante todo el vocabulario gracioso y expresivo inventado por éstos de broma para sustituir al vocabulario “oficial”; p. ej., frente a términos técnicos como legio, cohors, centurio, decurio, ala, etc., habrían sido creadas por el sermo castrensis expresiones como aquila para referirse a la legio; caput porci (cabeza de cerdo) para referirse a la “formación en cuña”; musculus (ratoncillo) = “galería”; scorpius = “catapulta”; cuniculus = “galería subterránea”. El mismo tono expresivo y pintoresco aparece en papilio (mariposa) = “tienda de campaña”; noverca (madrastra) = “terreno áspero en un campamento”; murcus (mutilado) = “el que se corta el pulgar para librarse del servicio militar”; focaria = “cocinera, mujer del soldado”; litterio = “chupatintas”, etc. Aunque la distinción entre el vocabulario técnico militar y el del sermo castrensis queda claramente establecida en teoría, sin embargo a veces resulta difícil aplicarla a determinadas palabras, ya que muchos términos acuñados por los soldados acabaron convirtiéndose en términos oficiales.

 

testudo-previo

Soldados romanos en formación de testudo (tortuga). Columna trajana, Roma.

 

El latín de los cristianos. Los primeros cristianos empezaron a sustituir los términos oficiales de la religión romana por expresiones nuevas, para afirmar con la máxima claridad sus creencias diferentes. La sustitución se realizó:

  1. Incorporando préstamos directos del griego (apostolus, angelus, baptizare, ecclesia, martyr, etc.) o del hebreo (sabbatum, Pascha, etc.).
  2. Creando nuevas palabras (carnalis, spiritalis, sanctificare, etc.) y
  3. Cambiando el significado de algunas palabras antiguas (fides, sacramentum, confessio, etc.). Posteriormente el habla de este grupo minoritario y perseguido se transforma en lengua, que a su vez desarrolla una terminología religiosa oficial (el latín eclesiástico) y una rica producción escrita.

 

b) Variaciones escritas

Según los tipos de discurso: el latín de la oratoria, de la literatura y de los textos científico-técnicos.

1. Entre la modalidad oratoria y la literaria no hay necesidad de establecer una división, ya que coinciden en los rasgos fundamentales en cuanto al uso de la lengua. En ambas la lengua se ve sometida a un proceso de refinamiento artístico siguiendo las normas que impone la retórica desarrollada por los griegos e importada a Roma. Esta técnica se aprende en las escuelas: p. ej. a adornar la expresión con “figuras retóricas”, o a eliminar la coordinación de oraciones simples, organizando unidades mayores y más complejas, subordinando las diversas partes que constituyen el pensamiento principal. El resultado era una modalidad de latín tan distanciado del latín corriente que se hacía casi ininteligible para los contemporáneos no cultivados, es decir, la mayoría. Esta modalidad permaneció casi invariable durante su larga historia, sometida a una rígida disciplina y vigilancia encarnadas por la escuela.

2. El latín científico-técnico utiliza un vocabulario generalmente diferente del común y una forma de expresión menos retórica y compleja que la literaria. Además de poseer unas características comunes, existen muchas diferencias dentro de esta modalidad, según los autores, las épocas y las materias:

  1. La ciencia jurídica siempre alcanzó la máxima estima en Roma y formaba parte de la educación de la élite, de los destinados a la carrera política. Hasta el Bajo Imperio los juristas pertenecían a las clases sociales más elevadas (pontífices, nobleza senatorial y caballeros) y su formación cultural se refleja en sus obras escritas, siempre de alto nivel estilístico. Por otra parte, la ciencia jurídica es puramente romana y desde una época muy antigua se desarrolla una tradición de gran prestigio respetada de generación en generación. Desde el punto de vista formal, quedó plasmada en una formulación lapidaria y concisa desde los primeros textos, conservándose ya casi sin cambios a lo largo de su historia y, por tanto, con un fuerte sabor arcaizante. Pero desde el Bajo Imperio decae la cultura de los juristas y, tras desaparecer las escuelas de derecho en la Alta Edad Media, pasan a ser los eclesiásticos los que actúan como expertos jurídicos, sin alcanzar nunca el antiguo nivel estilístico.
  2. Respecto a las demás disciplinas científico-técnicas, los romanos dependían de los griegos y se limitaron a traducir y divulgar los logros conseguidos por éstos. La filosofía y la retórica (concebida como técnica de persuasión) gozaban de prestigio entre las clases cultas y se conservan tratados sobre estas disciplinas escritos en el latín más puro.
  3. Las materias “técnicas” propiamente dichas se asimilaban en Roma al trabajo manual, artesanal y, por tanto, se consideraban serviles, propias de esclavos e indignas de hombres libres. A pesar de todo, hubo escritores latinos que recopilaron los conocimientos técnicos de ciertas materias, no como expertos y profesionales de ellas, sino por puro interés enciclopédico o simplemente divulgativo. El latín de los textos técnicos presenta grandes diferencias según los autores y las épocas; así, el latín del buen estilista Columela (s. I d.C.) no es comparable al de Paladio (s. V), aunque ambos escriben tratados De Agricultura. En general, los escritores técnicos utilizaban el latín como un instrumento al servicio de la transmisión del contenido, considerando secundario el ideal de corrección lingüística. Vitrubio en su tratado De Architectura decía: Non architectus potest esse grammaticus (el arquitecto no puede ser un gramático).

Última modificación: viernes, 9 de junio de 2017, 13:09