1. “En tres direcciones, Norte, Sur y Este, los límites del Alto Guadalquivir vienen dados por accidentes morfológicos y tectónicos importantes. Pero resulta difícil señalar los límites occidentales de la región. Las campiñas de Jaén, aguas abajo del Andújar, anuncian ya la aparición del Guadalquivir Medio, en el que tienen su asiento las campiñas cordobesas. El paso de una a otra región es gradual. A medida que se desciende por el valle y el Alto Guadalquivir va quedando atrás, el relieve es cada vez más suave, los horizontes más amplios, los pueblos y los cortijos presentan otra estructura, unas masas de cultivos dejan paso a otras, el paisaje, en definitiva, no es el mismo de antes porque se ha llegado al Guadalquivir medio... Pero si hubiera que definir la esencia geográfica del Alto Guadalquivir… lo haríamos… en razón de ser un dominio del olivar. Aquí el olivo lo llena todo. A lo largo de kilómetros y kilómetros, no se ven más que olivares".

A. Higueras Arnal (1961): El Alto Guadalquivir. Estudio geográfico. Zaragoza, Instituto de Estudios Giennenses e Instituto Juan Sebastián Elcano.

2. "La Huerta de Valencia en sentido estricto es el 'espacio dominado por las ocho acequias del Turia' según López Gómez. Un rasgo puramente humano, la utilización para el riego de las aguas del Turia mediante ocho canales dotados de una organización peculiar, aparece como el criterio básico para determinar esta comarca, rica y afamada... La comarca es sólo un fragmento de la llanura cuaternaria valenciana; pero tantos siglos de historia han logrado crear allí un paisaje humanizado propio; la actividad del hombre le ha dotado de unidad y personalidad. Con la ciudad de Valencia como centro se organizó una fértil vega regada con las aguas del Turia, cuyo caudal escaso e irregular exigió la búsqueda de un reparto adecuado y de una ordenación jurídica compleja para su mejor utilización. Dos son, pues, los factores delimitadores de la comarca: el riego del Turia, que ha permitido la creación de un paisaje agrario intenso y fecundo, y la ciudad de Valencia como centro vital de esa agricultura; la huerta es tanto Huerta de Valencia como Huerta del Turia, porque si la ciudad ha crecido a sus expensas, también la Vega le debe su existencia y su desarrollo".

E. L. Burriel de Orueta (1971): La Huerta de Valencia zona sur. Estudio de Geografía Agraria. Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo. p. 9-10.

3. “Es importante la persistencia, entre los geógrafos, en la utilización del término paisaje…, ya que ayuda a potenciar un interés constante por lo concreto, actitud profundamente arraigada en la mayoría de las escuelas geográficas. Esta actitud es muy valiosa y admirable siempre que no menoscabe el interés por la generalización, de un modo relativamente reciente ha ido arraigando en muchos ambientes geográficos. El empleo del concepto de paisaje es enriquecedor siempre que su estudio conste de dos partes: la descripción y la explicación. El primer peldaño del estudio del paisaje sería la descripción de los aspectos que se ven y se observan a través del trabajo de campo y del material gráfico y estadístico, y el segundo peldaño sería la explicación e interpretación de los procesos que han determinado el estadio concreto de la evolución del paisaje en estudio, procesos que, en definitiva, son parte integrante de uno o varios modos de producción.

La zona escogida para el estudio es la comarca del Baix Camp de Tarragona entre 1955 y 1971… Lo elementos del paisaje agrario que he escogido como elementos visibles para definir la magnitud y el ritmo del cambio son las variaciones de la superficie de las diferentes plantas de cultivo entre las dos fechas…. Para sintetizar de forma relevante los cambios de cultivo he elaborado unas tipologías de cultivos y usos del suelo, y para cuantificar este proceso he utilizado una serie de tests paramétricos y no paramétricos, según el caso, que me permiten determinar el grado de significación de este cambio de paisaje… Los cultivos los he dividido en tradicionales e innovadores.

Lo que se pretende relacionar es este cambio de cultivos tradicionales a innovadores –al que se puede considerar como variable dependiente- con otros cambios en el paisaje, visibles o no tan visibles –a los que se puede considerar como variables independientes–, y a los que cabe contemplar como un reflejo de un cambio profundo en las relaciones de producción. Para ellos habrá que incidir, si bien brevemente, en la teoría en que se fundamentan las hipótesis que se van a exponer.

Así pues, en este trabajo estudiaré… la evolución que sigue la agricultura en el proceso de integración al desarrollo global capitalista. Los parámetros escogidos son: la tendencia a la concentración de las explotaciones, el aumento del trabajo asalariado, el incremento en las inversiones en los cultivos, y el aumento en la productividad”.

M. D. García Ramón (1981): Métodos y conceptos en Geografía Rural, Madrid, Oikos Tau.

4. “El funcionamiento de los paisajes rurales se debe en parte a la energía natural (básicamente la solar) y en parte a la energía antrópica. Se entiende por rural lo relativo al campo, en oposición a lo urbano. Tanto lo rural como lo urbano presentan el elemento antrópico como factor fundamental. No obstante, mientras en los paisajes urbanos el elemento antrópico es predominante, en el paisaje rural los elementos abióticos y bióticos tienen una importancia considerable, especialmente estos últimos…. Lo descrito hasta el momento permite deducir que la complejidad de los paisajes rurales, cuya funcionalidad primordial es la producción de recursos agrícolas, ganaderos o forestales, es evidente y da lugar a una gran variedad de paisajes, puesto que las interrelaciones y el juego entre elementos abióticos, bióticos y antrópicos es considerable”.

M. T. Bovet Pla (1992): “Clasificación de los paisajes según su funcionalidad”, en M. De Bolós, dir., Manual de ciencia del paisaje, Barcelona, Masson, p. 112-113.

5. “Parte II. Reforma agraria y permanencias. Formas de pensar y construir el espacio agrario”.

“En él [el espacio agrario] se reproduce la diversidad de esquemas de valorización del capital que defienden respectivamente los distintos grupos de agentes interesados en el negocio ganadero. Aquellos sectores implicados, que desplegaban sus alternativas a mediados del XIX, no sólo propugnaban diferentes orientaciones productivas para la cabaña vacuna, sino también diferentes sistemas de explotación, en el orden técnico y social. Al lado de propuestas de intensificación del capital en las explotaciones agrarias, surgirán otras que ponen el acento en la intensificación del trabajo, y se manifestarán aquéllas que buscan el aumento del beneficio en la extensivización de los factores de producción y en la socialización de los costes.

Para unas y otras, el espacio agrario, fragmentado en unidades productivas, adquiere unas connotaciones particulares en lo que se refiere a la dimensión, la dedicación productiva, la participación en la producción final, o la organización y productividad del trabajo.

En las unidades productivas se va construyendo el espacio agrario pero en la formación de esas unidades intervienen factores muy diversos que van desde las estructuras agrarias y sistemas de explotación heredados, a la cristalización de nuevas estructuras, pasando por el diseño teórico de nuevas formas productivas. El análisis de los factores que intervienen en la construcción de ese espacio agrario, y su relación con los procesos económicos tratados anteriormente, constituirá el objetivo de esta segunda parte. Proyectos, realizaciones y permanencias serán los tres ámbitos de análisis que proporcionarán los datos para la comprensión del espacio agroganadero montañés del siglo XX”…

“Hacia mediados del XIX la temática agropecuaria empieza a interesar al capital; esto es, el sector agrario se revela como fuente de riqueza, atrayendo, a medida que el negocio del ganado se incrementa, tanto a antiguos propietarios rurales deseosos de aumentar las rentas y revalorizar las tierras a través de una intensificación de los factores productivos, como a grandes ganaderos aparceristas, o a individuos relacionados con el mundo del comercio, de las finanzas o de la industria. Para cada uno de los grupos interesados en la ganadería existía una forma diferente de llevar a cabo la empresa; sus iniciativas individuales y sus propuestas generales para el desarrollo de la ganadería configuran el cuerpo teórico de lo que podemos denominar ‘reforma agraria’ en Cantabria”…

“Pequeña propiedad y gran propiedad, sistema de arrendamiento, inversión de capital o intensificación del trabajo son, en resumen, los elementos de la producción agraria que se barajan y combinan en las ideas de los reformistas santanderinos. Si en las orientaciones comerciales de la ganadería era relativamente fácil distinguir grupos con opciones bien perfiladas, en la forma de llevar a cabo la producción las posiciones de desdibujan en función de la posición que cada grupo tiene en la distribución de las ganancias obtenidas en la comercialización del ganado vacuno.

Los propietarios que arrendaban sus tierras buscaban la revalorización de las mismas con la transformación productiva de los sistemas de cultivo, según un esquema de intensificación del trabajo que no cuestionaba la modificación de las estructuras de propiedad y tenencia de la tierra, tal es el caso ejemplificado por la propuesta de Revilla Oyuela. Los comerciantes buscaban el incremento global de la producción comercializable, posible a través de la suma de todos los esfuerzos individuales en las diferentes formas de participación de los factores productivos, lo cual les lleva a defender la generalización de la propiedad de la tierra, porque con ella se garantiza la reproducción del sistema arraigando la mano de obra; no es casual que el reparto en propiedad sea principio compartido por las instituciones representativas del sector económico dominante en la sociedad santanderina. La gran explotación agraria capitalista, como iniciativa individual, basada en la intensificación del capital y en la productividad de los factores, no escapaba a las ideas de los reformistas, que conocen la multiplicación de las ventajas de la sustitución del trabajo por el capital a gran escala. Esquemas de valorización del capital a través de la intensificación del trabajo, de la circulación de mercancías o de la intensificación del capital, se entremezclan, pues, en el pensamiento de los reformistas que coinciden, sin embargo, en un punto común: la reforma técnica para el aumento del producto.

Cada uno de esos esquemas lleva implícito un modelo de relaciones sociales de producción y, con él, una manera diferente de valorar y pensar el espacio agrario. Así, para los que no cuestionan las relaciones preexistentes, el espacio agrario en su conjunto apenas debe experimentar más modificación que la transformación productiva. En cambio, la generalización de la propiedad conlleva la transformación jurídica, funcional y productiva del espacio agrario (tanto productivo como de reserva), y la modificación de las dimensiones de los elementos territoriales que configuran ese espacio, que es lo que, en definitiva, propugnan los proyectos de desamortización de baldíos; implica la desestructuración del espacio y la implantación de nuevas formas de organización. Independientemente, la gran explotación capitalista despliega estrategias propias para la concentración y polarización económica y territorial, introduciendo nuevos elementos de cambio”.

L. de la Puente Fernández (1992): Transformaciones agrarias en Cantabria. 1860-1930.

Especialización vacuna y construcción del espacio agrario. Universidad de Cantabria, Asamblea Regional de Cantabria. pp.197-198, 201, 228-229.

6. …“el paisaje no es una entidad acaparada por una sola norma o un único sistema de producción. Tiende a convertirse en un valor colectivo generado, y gestionado, por tanto, en el marco de las relaciones sociales que acabamos de exponer. Y por eso ningún actor se halla particularmente destinado a responsabilizarse del paisaje, ni los agricultores, ni la administración. El paisaje pertenece tanto a los habitantes como a aquellos que se lo apropian mirándolo. Y es tanto objeto de estructuración identitaria para algunos individuos como objeto estético para otros. Así, según Viard, el conflicto social será el mejor guardián del paisaje”.

T. Joliveau (1994): “La gestion paysagère de l’espace rural: questions, concepts, méthodes et outils”. Revue de Géographie de Lyon, 69 (4), 326. “De acuerdo con el análisis de Viard (1993).

7. “… En estas condiciones y dada la elevada capacidad erosiva de los cursos de agua citados, se forman unos suelos jóvenes, con escaso desarrollo en sus horizontes, neutros o débilmente ácidos, pero que, por su estructura y textura, fueron los elegidos para el cultivo de las tierras de pan llevar, hoy convertidas en praderas permanentes o destinadas al cultivo de forrajeras. En contraste con éstos, y no solo por el aprovechamiento que de ellos se realiza, sino también porque se localizan en los sectores más elevados, se encuentran otros suelos, típicamente forestales como Terra Fusca, y Tierra Parda Húmeda, suelos tan pobres en elementos nutrientes que, cuando se encuentran ocupados por prados de guadaña, caso este muy frecuente, sólo permiten un corte anual”.

B. Calderón Calderón (1996): La organización tradicional del espacio en Campoó. Economía y sociedad en un valle de montaña de la Cordillera Cantábrica. Comité organizador del Festival Cabuérniga-Música de los Pueblos del Norte, Revista Cantárida, Músicos Populares Independientes “NOS” y Amigos del Festival. p. 20-22.

8. Asturias: “La vegetación está representada por una amplia extensión de prados y pastizales, fruto de la especialización ganadera del mundo rural”. p. 25.

Cantabria: “Prados y pastizales, favorecidos por el componente básico de los suelos de sustrato calizo, pero sobre todo producto del constante control de las especies forestales, se extendieron por amplias superficies y alimentaron una activa economía ganadera con especialización creciente en el vacuno de leche”. p. 38

Cataluña: “Las condiciones naturales de los Pirineos hayan propiciado una economía tradicional basada en el aprovechamiento de los bosques y pastos. En la actualidad, después del intenso despoblamiento a lo largo de las últimas décadas, predominan las actividades económicas relacionadas con el turismo”. p. 70

Fragmentos de Imagen y Paisaje. Diversidad de paisajes. Dinámica de paisajes. Atlas Nacional de España, Instituto Geográfico Nacional, 2002.

9. “Uno de los elementos que condicionan decisivamente la organización y el funcionamiento del sistema pasiego son las características topográficas del territorio, la coexistencia a escasa distancia de montes y valles con grandes desniveles en sus vertientes. Con estas características, la misma ladera ofrece la posibilidad de ser ocupada en las partes altas, los puertos, durante el verano, y en las partes más próximas al valle en el invierno, lo que propicia su aprovechamiento en altura sin necesidad de desplazarse a mayor distancia…”

C. Delgado Viñas (2003): Los Montes de Pas. Realidad presente y expectativas de futuro. Santander, Universidad de Cantabria. p. 20.

10. E. González Urruela (2004): La industria en Cantabria: una visión global. Barcelona, Lunwerg. 253 pp.

Índice

Introducción. La impronta industrial en Cantabria. Los espacios de la industria.

Capítulo I. Los espacios perdidos de la transición industrial: 1750-1850.

• La indiferenciación de los espacios de las artesanías domésticas.

- Espacios y trabajos en las comunidades campesinas.

- Las artesanías en los puertos y villas de pescadores. El valor del trabajo de la mujer.

• Tinglados, ingenios, ferrerías y fábricas. El fracaso de la transición industrial.

- Los nuevos espacios de trabajo: los espacios de las reales fábricas.

- Los espacios de Fernández de Isla. El complejo de Marrón (Ampuero).

• Los nuevos espacios inducidos por el tráfico. Las primeras fábricas.

- Las fábricas del eje Reinosa-Torrelavega. La nueva industria rural.

- El nacimiento de la industria protourbana en Santander.

• Los problemas de la reorganización del mercado de trabajo.

- El arcaísmo de las relaciones sociales de producción. Control e indisciplina.

- Cualificación de la mano de obra y monetización del trabajo.

- El trabajo de la mujer.

Capítulo II. Los espacios proyectados por el capitalismo industrial: 1850-1935.

• La subordinación territorial a la industria.

- Los nuevos valores del territorio: suelo y recursos.

- La construcción del tejido industrial moderno.

- La formación del mercado de trabajo industrial capitalista.

• Los espacios de empresa.

- Los espacios de la minería: minas y poblados.

- Los espacios de la pequeña industria: los espacios de la mujer.

- Los espacios de la monoindustria: Reinosa y Los Corrales.

• Los complejos industriales.

- El complejo minero-sidero-metalúrgico de la bahía de Santander.

- Las bases del complejo químico de Torrelavega.

Capítulo III. Los espacios controlados. La industria en la Dictadura franquista.

• La industria de la Dictadura. La industria en la Dictadura.

- El dominio de la gran empresa.

- La cristalización de los complejos industriales.

- Consumo de suelo y depredación del territorio.

• El mercado de trabajo industrial en la Dictadura franquista.

- Una industria de mano de obra.

- Un mercado de trabajo masculino. La industria, un trabajo de hombres.

- La mano de obra oculta: la reclusión de la mujer en el ámbito doméstico.

• De los poblados de empresa a los dormitorios industriales.

- Los dormitorios industriales: Torrelavega.

- Los dormitorios rurales.

Capítulo IV. Los espacios ordenados.

• El nuevo tejido industrial.

- El cambio empresarial.

- La especialización productiva.

• La reorganización del mercado de trabajo industrial.

- La crisis del modelo industrial de mano de obra.

- La liberación de la mano de obra femenina.

• Los espacios de la industria: espacios funcionales y espacios abandonados.

- Los espacios abandonados. Reutilización y patrimonio.

- Espacios adaptados. Espacios ordenados.

- La distribución territorial del empleo industrial. Permanencias y

cambios.

- La deslocalización de la residencia de los trabajadores de la industria.

Epílogo. Proyectando el tejido industrial de Cantabria en el siglo XXI.

11. “Los nuevos valores del territorio: suelo y recursos"

El territorio cambia de valor con la expansión del capitalismo. Ya no se le contempla exclusivamente como un espacio productivo agrario, donde el valor de la tierra es fundamental, sino que es valorado por su capacidad para aportar nuevas materias primas o por su capacidad extensa, susceptible de acoger nuevos usos del suelo ya sean minas, fábricas, infraestructuras o áreas residenciales.

La presión sobre el suelo comienza por algunos puntos o ejes estratégicos desde la perspectiva del capitalismo industrial, a los que se les reconoce o asigna nuevos valores, como la accesibilidad en el caso del eje del Besaya, que además de la carretera dispone desde mediados del siglo XIX de la línea del ferrocarril; la proximidad a los cursos fluviales que proporcionan el agua que necesitan los procesos industriales. Pero también tiene otras capacidades o potenciales, como los litológicos susceptibles de proporcionar nuevas materias primas, especialmente los minerales metálicos, de los que existe una gran demanda para abastecer los mercados interiores y extranjeros; o biológicos, capaces de garantizar un alto rendimiento a las explotaciones forestales de orientación maderera.

Es un periodo en el cual amplias extensiones del territorio cambian de uso, por efecto directo o indirecto de la industria. Las praderas sustituyen a los labrantíos y montes, nuevas especies forestales empiezan a ocupar los montes. Numerosas mieses, sobre todo las de las áreas más llanas y mejor comunicadas, fueron ocupadas por los centros fabriles, por nuevas áreas residenciales o por modernas infraestructuras.

Los cambios se distribuyen de forma desigual por el territorio. La industria y la población se concentran en la franja costera, afectada por un proceso acelerado de urbanización, mientras que la mayor parte de Cantabria inicia un proceso continuado de pérdida de población, no muy significativa numéricamente en este periodo, pero sí cualitativamente porque afecta a la población joven.

La formalización de un nuevo mercado sobre la tierra fue posible y rápida gracias a las leyes liberales y a la creación de figuras que facilitan la apropiación del terreno, la movilidad de los derechos de propiedad o de uso, incluso con la oposición de los propietarios con figuras como las concesiones mineras y del dominio marítimo terrestre, las cesiones de los ayuntamientos, las expropiaciones forzosas por causa de interés público, o la simple ocupación de los terrenos públicos.

En este periodo la actividad que generó más cambios en el territorio fue la minería, porque en 1909 más de treinta mil hectáreas estaban afectadas directamente por las concesiones mineras y muchas más, de difícil cuantificación, por las expropiaciones forzosas, las cesiones, invasiones o compras. En muy poco tiempo se produjo una gran movilidad de la tierra y del suelo, con una rapidez e intensidad sin precedentes, en beneficio de las empresas mineras que pudieron controlar grandes extensiones de terreno, detraídas a particulares o pueblos. En la explotación se removieron cientos de millones de toneladas de tierras, para la limpieza se utilizaron cientos de millones de metros cúbicos de agua que, convertidos en lodo, revertieron a cauces públicos, a la bahía de Santander, o a la plataforma litoral.

La puesta en explotación de los yacimientos mineros permitió el desarrollo de una nueva actividad económica que nada tiene que ver con las explotaciones preindustriales. La moderna minería convierte en recursos millones de toneladas de minerales que entran en el circuito mercantil europeo, con dos ramos principales. El de la minería del zinc, que destaca como un gran productor a escala mundial gracias a la actividad de una gran empresa como la RCA, S.A., y el del hierro, aunque su relevancia exterior no fue tan llamativa, pero desde la perspectiva territorial tuvo una incidencia mayor que la del zinc, y en la que destacaron compañías como la Orconera Iron Ore, que acabó concentrando la producción de Peña Cabarga.

La minería jugó un papel relevante en la modernización de Cantabria en la medida que penetró por amplios sectores del territorio cántabro. Con sus grandes beneficios, le aportó capital, introdujo todas las innovaciones técnicas en la maquinaria, favoreció la transformación energética, aceleró la expansión de la producción hidroeléctrica, y la mejora y extensión de las infraestructuras de transporte de tipo moderno, sobre todo las férreas y portuarias. La influencia de la minería en la modernización se manifiesta también en la conexión de las empresas, los capitales, los negocios locales con los de otras áreas, vascos, sobre todo, y extranjeros, porque la riqueza minera atrajo a numerosos capitales de origen diverso, que crearon grandes empresas.

Ellas diseñaron y construyeron los grandes espacios de trabajo, diversos y potentes sistemas de transporte, los alojamientos para la mano de obra y, de forma particular, jugaron un papel primordial en la construcción de un mercado de trabajo moderno, porque ellas convirtieron al campesino, al jornalero, al pescador en mano de obra asalariada de la minería, y más tarde de la industria, y los introdujeron en relaciones sociales de producción capitalistas, con una incidencia social y territorial muy amplia porque también fue capaz de movilizar a la población de áreas lejanas que acudió a trabajar a las minas”.

E. González Urruela (2004): La industria en Cantabria: una visión global. Barcelona, Lunwerg.

12. “Los espacios de la industria: espacios funcionales y espacios abandonados. Desde hace ciento cincuenta años las empresas mineras e industriales han ido acaparando suelo y tierras de uso diverso. Algunas han alcanzado un patrimonio de suelo mensurable en la escala de miles de hectáreas, distribuidas por diversos puntos de Cantabria, aunque la máxima concentración aparece en la franja litoral: es el caso de las grandes empresas mineras, pero también algunas empresas industriales que se apoyan en la explotación de recursos mineros o litológicos, como Solvay, que además del complejo fabril tiene canteras (en Cuchía y San Felices), minas de sal, lo que le convierte en el gran propietario de suelo de algunos municipios como Polanco.

Durante mucho tiempo estas superficies más o menos amplias eran espacios dedicados a la producción industrial. Pero en los últimos años las propiedades han derivado hacia el mercado inmobiliario en un proceso de excepcional importancia en el territorio cántabro. Y al mercado del suelo ha llegado el suelo inutilizado por cese de actividad, el suelo considerado de reserva y excedentario, y en algunos casos las empresas han utilizado el suelo como forma de capitalización.

Los espacios abandonados. Reutilización y patrimonio.

La crisis industrial, como causa o como excusa, sirvió para la liberación de grandes cantidades de suelo, provenientes de las empresas y actividades que desaparecieron o perdieron valor y que fueron introducidas en el mercado del suelo e inmobiliario. El cese de actividad no siempre fue debido a la crisis industrial sino que algunas empresas valoraron el suelo como su principal activo, y lo sacaron al mercado bien provocando el cese de actividad como hizo La Fábrica de Cervezas o por traslado de la factoría a otro emplazamiento como Curtidos Mendicouague.

En consecuencia se generó una oferta de suelo industrial, de valor desigual en relación con su localización próxima o lejana de los potenciales mercados de demanda, en relación con su superficie, situación de la empresa y otras circunstancias como los altibajos del mercado. La diversidad de situaciones es considerable atendiendo al tipo de actividad, la empresa, la localización del terreno, las posibilidades del mercado, el año y el destino final. A comienzos de la década de los años noventa muchas empresas tenían preparados algunos proyectos que se dilataron bastante tiempo o no fueron emprendidos.

La reconversión de los terrenos ha estado también muy condicionada por la Administración, tanto por lo que ha permitido como por lo que no ha impulsado y no ha habido homogeneidad. En algunos casos la Administración benefició a algunas empresas con pagos desmesurados como a Agruminsa y, en otras ocasiones, las sometió a expropiaciones con justiprecios muy por debajo del valor de mercado como la que se aplicó a Los Astilleros del Atlántico.

La actividad que más suelo ha liberado en Cantabria ha sido la minería, tanto por la caducidad de las concesiones como por el cese de la actividad. Las mayores extensiones se encontraban en las proximidades de las grandes áreas urbanas de Cantabria: Astillero, Camargo, Villaescusa, Penagos, Reocín, Cartes y Castro Urdiales. Pero existen en otros muchos lugares. La primera gran operación sobre suelo minero fue la construcción del parque de Cabárceno, que no es más que el resultado de la rehabilitación de los tajos, escombreras y lagos de un gran espacio de trabajo, reconvertido a zoológico. Hoy las expectativas sobre otros espacios mineros están ya más en el mercado del suelo industrial (como en Morero, en el municipio de El Astillero) en Ontón donde está asentado Derivados del Flúor o residencial como en el Alto de San Andrés en Castro Urdiales. En la mayor parte de estos proyectos no se ha considerado su valor cultural a diferencia de lo que ocurre con otros yacimientos arqueológicos.

Los espacios industriales inutilizados por cese de actividad o traslado de la empresa han servido en la mayor parte de los casos para hacer negocios inmobiliarios en beneficio de los propietarios de suelo. En raras ocasiones se han restaurado. La Lechera de Torrelavega, como ejemplo sobresaliente por su antiguedad, hoy convertida en local de feria de muestras, y los almacenes de La Fábrica de Tabacos de Santander son una excepción. Casi todos han sido demolidos sin consideración y de ellos sólo queda el nombre. En algunos casos se han convertido en áreas verdes o equipamientos como el Parque de la Marga, el Palacio de Festivales en Santander, en parte sobre terrenos de Los Astilleros del Atlántico (6.000 metros cuadrados), La Lechera de Torrelavega o el Complejo de la Vidriera en Maliaño; el centro Comercial del Bulevard Altamira sobre el solar de la Continental G.W.; o el Centro Comercial de Eroski en Castro Urdiales. Otros solares se han convertido en suelo residencial, ocupados por centenares de viviendas como las promociones realizadas sobre los terrenos de La Rosario y Cirages en la calle Canalejas, de La Ibero Tanagra, de Curtidos Mendicouague, todos en Santander; y en Torrelavega los solares de La granja Poch, Talleres Landaluce o los Talleres Obregón.

En otros casos siguen con la utilización industrial aunque enajenados y a veces ordenados en polígonos, como en los terrenos de Cross y La Tejera (Camargo), Morero (El Astillero), Reocín. Habría que añadir multitud de parcelas diseminadas por muchos núcleos, cuyas instalaciones han ido desapareciendo o han sido trasladadas como una buena parte de las fábricas de conservas de Santoña.

Espacios adaptados. Espacios ordenados

Hoy una parte significativa de la actividad industrial se sigue realizando en espacios de empresa que surgieron hace más de medio siglo y alguno ya tiene más de un siglo, como los de Nueva Montaña de Santander (hoy Global Steel Wire), el de Los Corrales (Trefilerías Quijano), el de La Naval de Reinosa (hoy Sidenor), el de Solvay, el de Sniace, el de Bridgestone en Torrelavega-Puente San Miguel y el de Robert Bosch en Treto.

Estos espacios se han ido transformando para adaptarse al cambio de los procesos productivos; Solvay ha ido construyendo y reconstruyendo su espacio y entre las últimas remodelaciones se encuentran un nuevo horno anular, al tiempo que han eliminado otras disfuncionales como la chimenea de Potes. En la mayoría de los casos ha servido para capitalizar a la empresa o para recuperar, muy revalorizado, una parte de su capital fijo. Las empresas continúan la actividad en una parte de los terrenos o instalaciones y enajenan el resto. El ejemplo más llamativo de transformación de un espacio de empresa que sigue siendo funcional es el de Nueva Montaña, que mantiene su propia actividad, y la de Tycsa, otra empresa del Grupo Celsa trasladada desde Barcelona en una parte de los terrenos, mientras que otra parte de 93 hectáreas de extensión, tras su recalificación y venta, ha sido ocupada para usos diversos como el Centro Comercial Bahía de Santander, edificios residenciales con cientos de viviendas y algún equipamiento además de las infraestructuras. De igual forma Sniace con suelo excedentario por el abandono de algunas fabricaciones ha alquilado una parte de sus instalaciones a la empresa La Papelera del Besaya. Dynasol Elastomeros (antigua Calatrava) sólo ocupa una parte de la parcela mientras que el resto se ha convertido en un polígono industrial.

En los últimos años se ha producido una redistribución de las empresas industriales, sobre todo de las más pequeñas, que o bien desde el principio se instalaron sobre suelo industrial ya formalizado o se han trasladado a él. La relocalización industrial ha inducido a procesos urbanos de gran interés porque ha aligerado la presencia fabril en las áreas de alta densidad residencial y ha liberado suelo, mientras que ha impulsado la producción de suelo en las áreas periféricas periurbanas. Pero no es excepcional la pervivencia en sus antiguos emplazamientos de algunas empresas: Ferroatlántica es un ejemplo de enquistamiento en un espacio urbano, pero es muy frecuente en la industria rural.

Los polígonos industriales han proliferado en los últimos años y hoy su cifra supera el medio centenar, repartidos por diversos municipios aunque Santander y Camargo concentran el 20 % del total. Se han formado por dos procesos distintos: bien por ordenación a posteriori de superficies ocupadas por industrias; o a la inversa: las empresas se han instalado ya sobre suelo ordenado para tal uso. Muchos de ellos son muy pequeños y en general predominan las pequeñas parcelas. Es excepcional por sus dimensiones el de la Vega en Reinosa. En los últimos años han proliferado los polígonos industriales que en su localización, superficie y organización parecen demasiado subordinados a los intereses especulativos de los propietarios del terreno, entre ellos los industriales; de igual forma en ocasiones han ocupado terrenos de gran valor, agrícola o ambiental, sobre vegas o sobre marismas, como los de Marrón, Colindres, Santoña, Raos...; como consecuencia no responden a una verdadera ordenación territorial, sino que parecen responder o solucionar situaciones particulares, a pesar de que en muchos casos han servido para resolver los problemas de pequeñas empresas y han favorecido la relocalización de la industria en la escala local”.

E. González Urruela (2004): La industria en Cantabria: una visión global. Barcelona, Lunwerg.

Última modificación: lunes, 16 de octubre de 2017, 17:04