Jenofonte fue un escritor prolífico, caracterizado por un estilo literario preciso y sencillo; de ahí que suelan utilizarse sus textos para la enseñanza del griego clásico. Se ha dicho de él que como historiador carece de la madurez de Tucídides y que como filósofo está muy lejos de Platón y de su maestro Sócrates. En la actualidad, sin embargo, se tiende a revalorizar su producción literaria. La obra de Jenofonte ha de leerse teniendo en cuenta sus límites y pretensiones. Se aprecia así el valor de un autor que tiene el interés de documentar la crisis política y económica de Grecia tras las Guerras del Peloponeso.

 

Biografía

Jenofonte, hijo de Grilo, del demo ático de Erquia, nació hacia el año 430 a.C. en el seno de una familia acomodada. Fue discípulo de Sócrates. Hacia el 401 a.C., animado por su amigo Próxeno, se alistó como caballero en la expedición persa dirigida por Ciro el Joven contra su hermano Artajerjes II. En Pérgamo, tras la larga marcha de cinco meses y medio que el mismo Jenofonte narra en la Anábasis, se puso al servicio del príncipe tracio Seutes. A partir del 399 a.C. comenzaron sus relaciones con el gobierno de Esparta. En el 394 a.C. participó en la batalla de Coronea al servicio de rey Agesilao. Su colaboración en el bando espartano le supuso el destierro de Atenas. Se trasladó entonces a Esparta, a donde ya había enviado a sus hijos para que se educaran. El gobierno espartano le compensó la confiscación de bienes que había sufrido en Atenas con la concesión de una finca en Escilunte, cerca de Olimpia. Allí vivió una vida tranquila, dedicado a la escritura, hasta que los eleos recuperaron las tierras donde habitaba, como consecuencia de la batalla de Leuctra en el 371 a.C. Tuvo que emigrar entonces a Corinto, donde morirá hacia el año 354 a.C. Aunque el decreto del destierro ateniense al que había sido condenado junto con su familia fue revocado en el 369 a.C., nunca regresó a su patria. 

 

Ideología y pensamiento político

Jenofonte se limita a narrar los hechos; en ningún caso es analítico como Tucídides. No distingue entre lo esencial y lo anecdótico. En ese sentido, su obra histórica está más emparentada con la de Heródoto, autor con el que comparte, además, la creencia de que los acontecimientos están en gran medida determinados por la providencia divina. 

Jenofonte carece también de la objetividad e imparcialidad de Tucídides. Su ideología es conservadora y no disimula su partidismo por Esparta. Para él la Historia no consiste en la búsqueda constante de la “verdad”, como lo es para Tucídides. Considera que ante todo debe ser moralizante y ejemplificar la virtud del hombre. 

Pese a su aparente arcaísmo, en muchos aspectos Jenofonte presenta características propias del futuro Helenismo. Hay en él una tendencia al individualismo y un afán por explorar nuevos géneros literarios, como la biografía, la novela y los tratados breves sobre temas concretos.

 

Obra

Afortunadamente se han conservado todas las obras de Jenofonte, si bien algunas que se le han atribuido no son suyas, como la República de los Atenienses, y de otras se duda su autoría. Podemos clasificarlas en tres géneros: obras históricas, filosóficas y técnicas.

 

1.- Obras históricas

– Anábasis: es una de las obras más importantes de Jenofonte y el primer ejemplo de memorias autobiográficas. Cuenta la campaña de Ciro para expulsar del trono de Persia a su hermano Artajerjes II. 

Ciro reclutó en Grecia un ejército de mercenarios bajo el mando de Clearco. Entre ellos se encontraba el propio Jenofonte. En el 401 a.C., tras haber logrado entrar en Babilonia, Artajerjes presentó batalla en Cunaxa y Ciro murió. Al día siguiente, el rey persa intentó convencer a los griegos de que se rindieran, pero no aceptaron. Como consecuencia, les puso una emboscada, en la que murió todo el estado mayor griego. Los mercenarios quedaron sin jefes ni recursos, lejos de su patria. Entonces Jenofonte se hizo cargo de la situación. Reunió a los oficiales supervivientes y les convenció para emprender el camino de regreso. La marcha fue larga y dificultosa. Llegados a Pérgamo en mayo del 400 a.C., los griegos supervivientes fueron puestos a disposición del espartano Tibrón. 

La Anábasis presenta la forma de un libro de viajes, donde se describen los pueblos, lugares y gentes que el ejército en marcha se encontró en el camino. Aunque no se pone en duda la veracidad de los hechos narrados, algunos autores han apreciado un exceso de protagonismo por parte de Jenofonte, cuya verdadera relevancia como caudillo pudo haber sido menor. 

Helénicas: es una continuación de la obra de Tucídides. En ella se narra la historia de Grecia del 410 (batalla naval de Cízico en el Helesponto) al 362 a.C. (batalla de Mantinea). Este período corresponde al final de las Guerras del Peloponeso y a la etapa en la que el liderazgo de Atenas fue sustituido por el de Esparta (404-371 a.C.) y más tarde por el de Tebas. 

Agesilao: biografía elogiosa de este rey espartano, al que Jenofonte admira y considera el monarca ideal. En la obra se describen sus virtudes y se narran las batallas y expediciones en las que participó

Junto a las tres obras citadas, propiamente históricas, podemos incluir en este apartado las dos siguientes, de ambiente histórico:

Hierón: consiste en un diálogo de tono socrático entre el poeta Simónides y el tirano de Siracusa, al que Jenofonte elogia. Ambos discuten sobre las ventajas y desventajas de la tiranía. El fondo de esta discusión es el dilema entre la dedicación a la política o a la sabiduría.

Ciropedia: en esta obra Jenofonte, tras preguntarse acerca de cómo deben ser gobernados los hombres, analiza las cualidades y educación de Ciro como modelo de buen gobernante. Cuenta también sus conquistas y hazañas, desde su llegada al trono hasta su muerte. Es interesante observar cómo Jenofonte señala ciertas similitudes entre el sistema educativo persa y el espartano, en el que confió a sus propios hijos. Tanto en uno como en otro no se separaba la educación moral de la formación física, enfocada a la caza y la guerra. Según Jenofonte, el soberano debe ser el más sabio e instruido para dar confianza, honrado y benévolo para rodearse de buenos colaboradores y no debe enriquecerse, pero sí permitir que lo hagan quienes puedan serle útiles. En definitiva, estamos ante una obra que preludia ideas políticas propias del Helenismo.

 

2.- Obras filosóficas

Dentro de este grupo se incluyen Apología de Sócrates, el Banquete, Memorias Socráticas y Económico. Las dos primeras presentan el mismo título y argumento que sendas obras homónimas de Platón. La tercera, Memorias Socrática, es la más importante. Comienza con una defensa de Sócrates, seguida de coloquios sobre diferentes temas. En ellos se apreciarse el carácter moralizante de la enseñanza socrática. La última obra, Económico, presenta la forma de un diálogo entre Sócrates y Critóbulo a propósito de la administración doméstica. En ella se hace una apología del trabajo del hombre en la agricultura.

 

3.- Tratados técnicos

El Estado de los lacedemonios o República de los lacedemonios: obra de indudable interés para el historiador. En ella Jenofonte no oculta su filolaconismo. Admira tanto el sistema político de Esparta como la disciplina de los lacedemonios.

El comadante de caballerla: especie de manual pensado para el oficial de caballería.

De la equitación: tratado sobre la cría, doma y uso del caballo para la guerra y el deporte.

De la caza: tratado en el que se intenta convencer a los jóvenes de que se dediquen al sano ejercicio de la caza. Existen dudas sobre la autoría de esta obra, pues su estilo literario carece de la sencillez propia de Jenofonte.

De los ingresos públicos: ensayo sobre medidas para mejorar las finanzas de Atenas, centradas en la agricultura, el comercio, la explotación de las minas de plata y el mantenimiento de la paz. 

 

Ruta seguida por Jenofonte en la Expedición de los Diez Mil, narrada en la Anábasis:

Fuente: emersonkent.com.

Última modificación: miércoles, 21 de junio de 2017, 10:17