1. Tema 2 - Práctica 2

Comentario del siguiente texto de la Odisea, intentando identificar en él características propias de la sociedad homérica.

 

Telémaco y Teoclímeno

Una vez satisfecho el placer de manjar y bebida, el discreto Telémaco habló a los demás de este modo:
“Proseguid desde aquí a la ciudad con el negro navío mientras yo voy a ver mis pastores y fincas, que luego con la puesta del sol bajaré, recorrido ya aquello, y a la aurora os daré el galardón por la buena jornada, un banquete abundante de carnes y vino gustoso.”
Mas Teoclímeno, hechura de dios, preguntó por su parte:
“¿Y por dónde haré yo mi camino, hijo mío? ¿A qué casa marcharé de los hombres que mandan en Ítaca abrupta? ¿O derecho a tu madre he de ir y a tu propio palacio?”
Y, a su vez, el discreto Telémaco dijo en respuesta:
“Bien de cierto que en otra ocasión te invitara a mi casa, pues en ella no falta regalo a los huéspedes; sólo que sería para ti menos grato en mi ausencia y mi madre ni siquiera ha de verte, pues baja muy poco a las salas donde están sus galanes; se pasa la vida tejiendo en los altos. Mas hay un varón al que puedes llegarte: es Eurímaco, el hijo brillante de Pólibo, insigne en prudencia; cual dios lo veneran en Ítaca ahora y es de cierto el más noble de todos; espera casarse con mi madre y quedar con el reino de Ulises, mas Zeus el Olimpio, que habita en el cielo, conoce si antes de las bodas habrá de encontrar la peor de las suertes.”
Tal hablaba y voló sobre él desde el lado derecho un halcón, mensajero expedito de Apolo. A sus plantas desplumó una paloma al pasar y las plumas cayeron esparcidas en tierra entre el barco y Telémaco. Entonces apartólo TeocIímeno un tanto de todos sus hombres, le apretó con las manos su mano y habló de este modo:
“No sin orden de un dios, ¡oh Telémaco!, ha sido este vuelo del halcón a tu diestra; bien veo que es ave agorera; nunca habrá otro linaje más regio que el tuyo en las tierras y las gentes de Ítaca; el mando será siempre vuestro.”
Y, a su vez, el discreto Telémaco dijo en respuesta: “¡Ojalá tu palabra, extranjero, se cumpla! Con ello tal amor obtendrías al punto de mí, tales dones, que quienquier te viniese a encontrar te tendría por dichoso.”
Y a Pireo, su amigo leal, dirigió estas palabras:
“¡Oh Pireo, nacido de Clito! Pues tú me obedeces más que otro de aquellos amigos que a Pilo vinieron, lleva ahora a este huésped y tenlo en tus casas; atiende con cariño a su trato y su honra hasta tanto yo vuelva.”
Contestándole dijo Pireo, famoso en la lanza:
“¡Ojalá por más tiempo, Telémaco, aquí te quedaras! Yo le habré de entender, no echará cosa alguna de menos.”
Tal diciendo, a la nave subió y ordenó a los amigos que embarcaran con él y soltasen amarras de popa; lo que hicieron al punto y sentáronse al remo en sus puestos.
Mas Telémaco, en tanto, calzó sus hermosas sandalias y tomó del castillo de popa la lanza robusta con su punta de bronce; los otros soltaron amarras y zarparon con rumbo al poblado conforme a la orden que les daba Telémaco, el hijo de Ulises divino.
Él se fue por su pie, bien ligero, a buscar la majada donde estaban los miles de cerdos que el buen porquerizo vigilaba de noche y de día pensando en sus dueños.

Homero, Odisea, 15, 501-557
[Traducción de Manuel Fernández Galiano, Editorial Gredos, Madrid, 1986]