1. Tema 3 - Práctica 2

Comentario de texto:

Gobierno de Pisístrato

La tiranía de Pisístrato se estableció desde el comienzo de tal manera y tuvo tales vicisitudes. Gobernaba Pisístrato, según se ha dicho, los asuntos de la ciudad moderadamente y más como ciudadano que como tirano. En general, era humano, suave e indulgente con los que faltaban y, además, a los pobres les prestaba dinero para sus trabajos, de manera que pudieran sostenerse cultivando la tierra. Hacía esto por dos motivos, para que no pasaran el tiempo en la ciudad, sino que permanecieran dispersos por el campo, y para que, en una prosperidad moderada y dedicados a sus cosas, no desearan ni tuvieran tiempo de ocuparse de las comunes. Al mismo tiempo le resultó que las rentas eran mayores con el cultivo de la tierra, pues percibía la décima parte de lo que se producía. Por esto también estableció los jueces por demos, y él mismo salía muchas veces al campo para inspeccionar y conciliar a los que estaban en discordia, para que no descuidasen sus trabajos por bajar a la ciudad.
Cuando Pisístrato hacía una salida de este tipo, dicen que sucedió aquello con el que labraba en el Himeto un campo llamado después lugar inmune: vio a uno que cavaba y trabajaba en un puro pedregal, y sorprendido mandó a su esclavo a preguntar qué producía aquel lugar; y él dijo: «sólo males y dolores, y de estos males y dolores Pisístrato debe percibir el diezmo». El hombre respondió sin conocerlo, y Pisístrato sintiendo agrado por su franqueza y por su amor al trabajo lo hizo exento de todo impuesto.
Además a la multitud no la molestaba en nada con su poder, siempre le procuraba paz y le mantenía la tranquilidad; por eso también se repetían muchos elogios significando que la tiranía de Pisístrato era la edad de Cronos, pues sucedió después, cuando le heredaron sus hijos, que el poder se hizo mucho más duro.
Lo más importante de todo lo que se contaba, era el ser democrático en sus costumbres y humano. Pues en general quería que todo se rigiera según las leyes, sin concederse a sí mismo ningún privilegio; y, una vez, acusado de homicidio ante el Areópago, se presentó él personalmente para defenderse, pero el acusador, atemorizado, abandonó la causa. Por eso se mantuvo mucho tiempo en el mando y, cada vez que era derribado, lo recobraba de nuevo fácilmente. Pues lo querían la mayoría de los principales y de los del pueblo. A unos los atrajo con su trato, y a otros con sus socorros en los asuntos particulares, y estaba dotado de buen natural para unos y para otros. Eran, además, entre los atenienses suaves las leyes referentes a los tiranos en aquellos tiempos, todas y en particular la que precisamente se refería al establecimiento de la tiranía. Pues tenían la siguiente ley: “Esto es ley y tradición de los atenienses: si algunos se levantan para hacerse tiranos o ayuda alguno a establecer  la tiranía, sea privado de derecho él y su estirpe".

Aristóteles, Constitución de los Atenienses, 16
[Traducción de Manuela García Valdés, Editorial Gredos, Madrid, 1995]