Todavía es habitual escuchar referirse a la Edad Media como un período de oscurantismo. Pero este tramo del tiempo histórico es tan largo y variado que no es posible definirlo con generalizaciones. La propia etimología de la expresión edad media alude a las varias centurias que median entre dos épocas de fuerte personalidad, el mundo romano –que está presente con sus duraderas obras de ingeniería– y el renacentista, éste obviando su pasado histórico reciente y mirando con añoranza hacia el mundo clásico.

Es cierto que los primeros siglos fueron de confusión y guerra, hasta poner fin al orden económico y social instaurado por Roma y componer uno nuevo. Pero también lo es que entre los siglos X y XV la Europa medieval vivió una revolución silenciosa a la que contribuyó en gran medida el progreso de la ingeniería. Se multiplicaron inventos e ingenios mecánicos que transformaron los transportes, la producción material y la difusión de las ideas: la brújula, el reloj mecánico, la pólvora, el molino de viento, la imprenta… Fuentes de energía hasta entonces infrautilizadas, como el agua o el viento, se aprovecharon gracias al desarrollo de molinos, batanes y otros ingenios que se fueron perfeccionando. Toda Europa se llenó de puentes, muelles, atarazanas, regadíos, lonjas y caminos que posibilitaron una nueva comunicación entre los territorios.

En el caso de España es un período que abarca más de diez siglos, desde la desintegración del orden político en la Hispania Romana hasta el final de la monarquía de los Reyes Católicos, y engloba muchos y diversos acontecimientos en todos los ámbitos de la vida. Son, además, siglos de mestizaje: a la cultura hispanorromana se añadieron influencias visigodas, islámicas, cristianas y judías, y todas contribuyeron a configurar una peculiar ingeniería civil. Por ello, la España medieval constituye un espacio singular en el contexto europeo de su tiempo.

La cultura árabe es la heredera del período helenístico, a lo que unió influencias persas, chinas e hindúes. Al árabe se tradujeron textos técnicos y científicos escritos en griego, sirio o sánscrito, y gracias a ello pudieron llegar hasta nosotros. Un ejemplo: los Elementos –el libro básico de geometría que se estudiaba en la Europa cristiana– y que escribió Euclides en Alejandría (ca. 290 aC) se conoció en la época medieval gracias a las copias en árabe que circulaban por el mundo musulmán. La primera traducción en latín la realizó hacia 1120 el filósofo y científico Adelardo de Bath a partir de un manuscrito en lengua árabe que obtuvo en España, a donde viajó haciéndose pasar por un estudiante musulmán. Por ello es muy importante su poso, porque sirvió de transmisora entre el mundo oriental y la Europa occidental. Y todo el Al-Andalus se benefició de ello, desarrollando una cultura con personalidad propia tanto para Oriente como para Occidente, una tierra de encuentros, cruces culturales y mestizajes que han dejado una indeleble huella, por ejemplo, en la ingeniería hidráulica, no solo por la forma de pensar y construir o por la tecnología desarrollada, también en los vocablos con que designan en todo o en partes: alarife, albanega, qanat, azud, aljibe… son términos vivos en la actualidad.

Tras la desmembración de la unidad imperial romana, el pensamiento cristiano fue haciéndose dominante en Europa. En Hispania los visigodos se adaptaron a la cultura hispanorromana y surgen escritores (obispos de la Iglesia) que dirigirán la cultura y tutelarán las relaciones entre la iglesia y las monarquías. La cultura romana siguió existiendo, pero cristianizada. A partir del siglo XI el cristianismo estableció a Dios como creador del mundo, quien lo había concebido, alumbrado y mantenido en su orden. Al desarrollo de este pensamiento contribuyó la red de comunicaciones que unía monasterios y abadías, la cual suministró también un medio idóneo para el intercambio de métodos y procedimientos técnicos. Sucede también es este momento un profundo cambio en la actitud cristiana respecto a las actividades manuales, que se fueron dignificando progresivamente. A la vida de oración para alcanzar la gloria eterna unirá San Benito de Nursia el trabajo intelectual y manual, como la mejora de un camino, la construcción de un puente, la edificación de un molino hidráulico. A partir de la reforma benedictina se fomentó y defendió el ejercicio de las artes mecánicas al servicio de fines espirituales, lo que propició la revolución técnica medieval caracterizada por el uso intensivo de los molinos de viento e hidráulicos.

De la mano de otra orden religiosa, la cisterciense, se innovará en la construcción. Los monjes de San Bernardo fueron los introductores de la bóveda nervada, del arco ojival y de los arbotantes. También generalizaron el uso de las ruedas hidráulicas aplicadas a los hornos de fundición, batanes y molinos que gracias a la energía del agua crecieron en tamaño y producción. Este aprovechamiento de los recursos hidráulicos, que obligaba a construir pequeñas presas en los ríos y canales para derivar las aguas, intensificó tanto el uso de las aguas fluviales que hubo que idear sistemas para asegurar caudales suficientes, y tratar de hacerlo compatible con la navegación fluvial.

La Baja Edad Media, los siglos finales de este extenso período histórico, habla de progreso tecnológico y conceptual. Los constructores de catedrales, y de puentes, debieron instruirse en geometría, la escuadra y el compás son los símbolos de la actuación técnica basada en medidas y cálculos. El maestro artesano constructor, en el que hunden otra de sus raíces los ingenieros, debe proyectar y concebir las máquinas para llevar a cabo la obra, y en ocasiones innovar, como sucede con la conversión del movimiento circular en rectilíneo que se consigue con el mecanismo de biela-manivela, desconocido en la Edad Antigua. Hasta la invención y generalización de la imprenta, lo saberes técnicos se transmitían oralmente, en el seno de grupos cerrados de profesión, los gremios, en los que se aprendía mientras se trabajaba como aprendiz de un maestro, con el juramento de mantener el secreto de lo enseñado.

Entre los monjes constructores de la época medieval han encontrado los ingenieros actuales el patronazgo de su profesión. Santo Domingo de la Calzada es el referente, un hombre humilde que hizo del servicio a la sociedad, como constructor de caminos, puentes y edificios, el sentido de su profesión. Este arquetipo medieval se retomará en el tránsito del siglo XVIII al XIX, cuando se institucionalice en Europa la profesión de ingeniero.

Al concluir el estudio de este tema el alumno dispondrá de recursos suficientes para no necesitar recurrir a los estereotipos con que se suele caracterizar el período medieval y comprender con ello la significativa aportación de la España medieval a la construcción de Europa. E identificar en el maestro constructor medieval otro de los precedentes que fundamentan al ingeniero civil actual.

   

Contenidos

1. Introducción. La herencia ingenieril romana en época visigoda. De la construcción románica a la construcción gótica. Las fuentes escritas. La iconografía medieval. Las artes mecánicas y el trabajo de ingeniero.

2. Los materiales y las técnicas constructivas en época medieval. Innovaciones.

3. La red de caminos medievales:

  • La reorganización viaria de Hispania. La construcción y reparación de los caminos. Caminos en Al-Andalus y en los reinos cristianos.
  • El camino de Santiago. El crecimiento de nuevas ciudades. Los puentes.
  • Áreas de servicio para los caminantes y viajeros.

4. La construcción de puentes. Clasificaciones.

5. La ingeniería hidráulica medieval:

  • La herencia romana.
  • Los regadíos islámicos. Captaciones subterráneas y superficiales. Las conducciones. Canales para regadíos. La elevación del agua. Maquinaria hidráulica. La gestión del agua.
  • El abastecimiento de agua a las poblaciones. Captaciones. Depósitos de agua. Canalizaciones.
  • Los molinos hidráulicos.
  • Otros ingenios movidos por el agua.

6. La ingeniería portuaria:

  • Infraestructura portuaria.
  • Equipamiento de los puertos. Amarres. Grúas. Atarazanas.
  • Los faros.

7. Algunos aspectos de la ingeniería medieval europea.

8. El valor patrimonial de las obras públicas de época medieval. La catalogación.

   

Referencias

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Última modificación: martes, 9 de mayo de 2017, 18:28