1. Tema 7 - Prácica 4

Comentario de texto:

Coloso de Rodas

La ciudad de los rodios está sobre el promontorio oriental de Rodas y supera tanto a las otras ciudades por su puerto, sus caminos, su muralla y el resto de sus construcciones, que no puedo hablar de otra que sea siquiera igual, y mucho menos superior a ésta. Es admirable también su buena legislación y la atención que presta a la constitución en general y a la referente a los asuntos navales en particular, gracias a la cual fue dueña del mar durante mucho tiempo, terminó con la piratería y se hizo amiga de los romanos así como de los reyes filorromanos y filohelenos. Por estas razones permaneció independiente y fue agasajada con muchas ofrendas de las cuales la mayor parte se encuentran en el Dionisio y en el gimnasio, y el resto en otros lugares. Entre las mejores está el coloso de Helio, sobre el que el yambógrafo dice:

de siete veces diez cubos lo hizo Cares ellindio.

Ahora, en cambio, yace en el suelo tras haberse caído en un terremoto y haberse roto por las rodillas, y no lo volvieron a levantar debido a cierto oráculo. Ésta es en verdad la mejor de las ofrendas (al menos se reconoce que es una de las siete maravillas), y también están entre las mejores las pinturas de Protógenes, el Yáliso y el Sátiro, colocado éste junto a un pilar, encima del cual se encontraba una perdiz. Cuando la pintura acababa de colocarse, la gente se quedó tan asombrada por la perdiz, como es natural, que admiraron la perdiz, y en cambio el Sátiro, a pesar de estar muy bien hecho, pasó inadvertido. Y más perplejos aún se quedaron los criadores de perdices cuando llevaron allí a las perdices domesticadas y las colocaron enfrente, pues éstas se pusieron a llamar a la perdiz pintada atrayendo a una gran multitud. Pero cuando Protógenes vio que la obra principal se había convertido en secundaria, pidió a los encargados del témenos que le permitieran ir allí y borrar el pájaro, y eso hizo. Los rodios se preocupan por el pueblo a pesar de no tener un sistema de gobierno democrático, y están igualmente deseosos de mantener a la multitud de gente humilde.

Ciertamente el-pueblo recibe alimento, los ricos se ocupan de los menos adinerados siguiendo una costumbre ancestral y hay litourgíai específicas que se encargan de la provisión de alimentos, de forma que el pobre tiene manutención y a la vez la ciudad no está desprovista de los hombres que necesita, sobre todo para la flota. Algunos de los fondeaderos estaban ocultos y su acceso prohibido a la mayor parte de la gente, y para cualquiera que espiara o entrara dentro estaba establecida la pena de muerte. Aquí, igual que en Masalia y en Cícico, se vigilaba con sumo cuidado todo los relacionado con los arquitectos, la construcción de máquinas y los depósitos de armas y otros objetos, e incluso más aquí que en los otros sitios.

Estrabón, Geografía, 14.2.5

[Traducción de María Paz de Hoz García y Bellido, Editorial Gredos, Madrid, 2003]